lunes, 27 de enero de 2014

Vargas Llosa quedó encantado tras cuatro días por la Chiquitania



En cuatros días el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa se embarcó en una gran aventura por la Chiquitania boliviana, fue al encuentro de dos mundos: el de Chiquitos y el de España, donde después de tres siglos se mantiene intacta la simbiosis entre las dos culturas que han dado lugar, en gran medida, a lo que hoy es Santa Cruz.

Fueron los propios pobladores de San Javier, Concepción, San Ignacio, Santa Ana, Santiago, Roboré y San José quienes guiaron al escritor en un paseo por la historia y los vestigios de esta convergencia cultural que ahora es catalogada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad.

San Javier, situado a 230 kilómetros de la capital cruceña, fue el primer municipio que le abrió las puertas a Vargas Llosa para que prosiga con el recorrido por la ruta de las Misiones Jesuíticas. Esta población fue el primer asentamiento misional, en 1691, que establecieron los padres jesuitas en la región chiquitana.

El templo, que fue construido a comienzos del siglo XVII y que sufrió restauraciones a lo largo del tiempo, fue mostrado al literato. La entrega del bastón de mando por parte de un cacique, el nombramiento de Huésped Ilustre del municipio, danzas típicas, además de obsequios que resaltan las costumbres y tradiciones de este pueblo, fueron el preámbulo de un recorrido en el que se destacó la cordialidad de los anfitriones con el ilustre visitante.

Concepción, ubicado a 290 kilómetros de Santa Cruz, le dio un singular regalo a Vargas Llosa. Le permitió apreciar las partituras originales del Archivo Misional de Música de Ñuflo de Chávez, documentos que son celosamente guardados en el templo de Concepción. En este municipio fue nombrado también Huésped Ilustre y una orquesta sinfónica le demostró que en estas tierras chiquitanas se interpretaba a Vivaldi con la perfección de los grandes conciertos europeos.

En San Ignacio, Santa Ana, Santiago y San José, al igual que en los pueblos anteriores, la hospitalidad, cariño y desprendimiento con el ‘forastero’, como se denominó al premio nobel, fueron los gestos de los que hicieron gala los pobladores. En estos sitios de igual manera fue nombrado Huésped Ilustre, recorrió palmo a palmo las iglesias, museos, escuchó conciertos de orquestas sinfónicas, recibió obsequios, observó con gusto las danzas y poesías, firmó libros y se tomó fotos con los que así lo requerían.

La culminación de la aventura fue hoy en San José. A las 9:30 fue el escritor peruano a visitar Santa Cruz la Vieja. El arqueólogo Danilo Drakic Ballivián lo guio por esta área protegida para explicarle cómo se desarrolló la fundación de Santa Cruz en Chiquitos, el 26 de febrero de 1561.

En cada lugar que visitó Vargas Llosa tuvo palabras de agradecimiento con sus anfitriones, elogió la conservación e identificación con su cultura por parte de los chiquitanos, así como la promoción de valores en su población.

“Patricia (su esposa) y yo somos collas, porque ella nació en Cochabamba (Bolivia) y yo en Arequipa (Perú), pero luego de esta visita nos sentimos más cambas”, dijo el escritor a la masiva concurrencia que se dio cita en Santiago de Chiquitos, a 360 kilómetros de Santa Cruz.

En el recorrido lo acompañó su esposa, Patricia Llosa, además del presidente de la Fundación Nueva Democracia, Óscar Ortiz, y amigos del escritor. La travesía fue realizada por aire y por tierra.

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