domingo, 24 de junio de 2012

Marcia Mogro: “mi vida y mi escritura conviven”

La poeta boliviana presentó Restos de un cielo. Partes vestigios fragmentos rastros, poemario publicado el anterior año. La obra de Mogro es esencial en el corpus de la poesía boliviana.

Marcia Mogro (La Paz, 1956) es considerada, por una gran cantidad de lectores de poesía, como una de las poetas más importantes del país. Dejando de lado etiquetas nacionales, habría que decir que Mogro es una de las escritoras de poesía más interesantes del continente. Radicada en Santiago de Chile hace más de tres décadas, sigue escribiendo mirando hacia aquí. Sobre su poesía, el monumental poeta chileno Raúl Zurita ha dicho que es “tan única como abarcadora”. Ha publicado seis poemarios en total. El último vio la luz el año pasado: Restos de un cielo. Partes vestigios fragmentos rastros. Pese a los meses transcurridos desde su publicación, Mogro estuvo hace poco en la ciudad presentando este último libro. Con este motivo, Fondo Negro entrevistó a la autora para hablar sobre este poemario y sobre su obra en general.
— ¿Escribir sobre el pasado es una manera de reconfigurarlo? ¿Qué sucede con lo que ha sido al momento de nombrarlo?
Escribir sobre el pasado es para mí un aprendizaje. Creo que lo que somos ahora es en virtud de lo que fue antes. La esencia se arrastra y conforma una manera de ser. No es posible que, por ejemplo, después de la Conquista los habitantes se mantengan iguales. Al nombrarlos, las cosas y los acontecimientos adquieren cuerpo y presencia. No creo que nadie quede indiferente al nombrar las atrocidades que es capaz de cometer el hombre. No importa cuánto tiempo haya pasado. Lo atroz es atroz. Y eso que está claro que mantener la memoria no logra evitar las atrocidades. El poder es algo nefasto que hace pasar por alto todo lo que lo aleje de su brillo enceguecedor. Escribo de lo que tengo que escribir. Si es del pasado, del pasado será. No escojo los temas según lo que requiera el mercado, sino en función de obsesiones, como digo yo, o de proyecto poético, como se dice en el ámbito más académico. Pero, evidentemente, no me interesa escribir románticamente de la primavera y las flores, ni del amor y la paz, así como tampoco me es interesante escribir mi diario de vida. Mis temas, mis intereses, mi proyecto poético va por otro lado, uno de esos lados son los marginados, los apartados, los extremos. Al instaurar estos temas, estos seres, en un texto literario, los hago presentes en el discurso, en el imaginario.
— ¿Qué importancia tiene en tu poesía el concepto de comunidad?
No sé. Lo estoy aprendiendo. Veo la profundidad y la importancia de la palabra y del hecho mismo, pero no es parte mía. Soy una persona más bien solitaria. No pertenezco a ningún grupo, a ninguna comunidad. Con suerte a la comunidad de los humanos.
— ¿Cuál es la influencia que tiene lo original, lo primigenio, lo natural frente a nuestro presente aparentemente tan desgastado y banal (en el sentido de repetición)?
Aparentemente ninguna. Sin embargo, creo que a partir de lo originario se puede retomar lo verdaderamente importante. Lo esencial. Creo que permite ver el lugar del que venimos. Instaurar y reinaugurar el lugar desde donde queremos hablar y cómo queremos hablar. Al trabajar acontecimientos y voces del pasado, trato de establecer la manera de incorporar al imaginario urbano contemporáneo, porque eso me permite aprender y entender una manera de ser.
— ¿Cuáles son las tensiones que se mantienen entre lo llamado real y la poesía? ¿Entre vida y escritura?
Lo real y la poesía son la misma cosa. Mi vida y mi escritura conviven. No sé cómo separarlos. Esto obviamente tiene consecuencias. Sobre todo por los temas que me importan. Los seres, espacios y sociedades marginales, apartados, exterminados por el poder y la ambición. Los que quedan fuera del sistema y no tienen manera de habitar el mundo, pero, sin embrago, lo habitan y están sobreviviendo cada día, cada hora. Aunque sean seres o sucesos antiguos, hoy el sistema aniquila, aparta y desplaza también, entonces eso es lo que me interesa trabajar poéticamente.
— ¿Algún libro en especial, o alguna lectura, ha inspirado tu último poemario?
Miles de libros y lecturas, como en todos mis textos. Leo novela, historia, antropología, sociología, psiquiatría, etc. Y no solamente libros, también música, películas, fotos, conversaciones, etc. Como decía antes, no puedo separar mi vida de mi escritura. Entonces estoy 24 horas, hasta en sueños, pensando, mirando, relacionando el tema que esté intentando escribir. Por eso también soy tan lenta en mi proceso de escritura. Obviamente, lo que me obsesiona, lo que me aterra, lo que me causa indignación es donde me tengo que sumergir a investigar para aprender, para superar, para exorcizar, para hacer visible. Esta vez han sido los selknam y los kawéskar, como en Semíramis y en De la Cruz a la Fecha han sido acontecimientos y seres de la historia. En Lacrimosa, Los jardines colgantes y Excavaciones, por ejemplo, son seres contemporáneos.

Sobre poesía y vida, Mogro explica:
“Lo real y la poesía son la misma cosa. No sé cómo separarlos. Esto tiene consecuencias. Sobre todo por los temas que me importan. Los seres, espacios y sociedades marginales, apartados, exterminados por el poder y la ambición. Los que quedan fuera del sistema y no tienen manera de habitar el mundo, pero, sin embrago, lo habitan”.

1956 es el año que nació Marcia Mogro, poeta boliviana que vive desde 1986 en Santiago de Chile.

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