domingo, 14 de junio de 2015

Rodrigo Hasbún///El destacado escritor cochabambino, al presentar su segundo libro, destacó la importancia de la memoria y el olvido.

Rodrigo Hasbún, al igual que uno de los personajes de "Los afectos", su segunda novela publicada en España, inédita aún en Latinoamérica, cree que no es verdad que la memoria sea un lugar seguro. "Para seguir adelante, tan importante es recordar como saber olvidar", sostiene el escritor boliviano.

“Nos movemos entre las dos vertientes: qué decidimos olvidar y qué recordar por nuestro propio bien”, recalca, quien está considerado uno de los más brillantes y prometedores narradores jóvenes en lengua española.

A él tanto elogio no le deja indiferente; no, pero casi. Lo agradece, sobre todo, porque facilita que sus libros lleguen a más lectores, y de distintas latitudes, pero se olvida de ello en el instante mismo en que, confiesa, se sienta a escribir.

“Es cuando me enfrento -dice- a otro tipo de fantasmas; y me siento inseguro, primerizo,... sin importarme lo que se dice de mí. Mientras escribes, confrontas la pura verdad: las cosas no siempre salen como quisieras ni eres necesariamente el escritor que quisieras ser".

Hasbún (Cochabamba, Bolivia, 1981) ha viajado a España con "Los afectos" (Random House) recién llegada a las librerías y para asistir a su presentación. Además, firmará ejemplares de sus libros en la que será su primera visita a la Feria del Libro de Madrid (...).

Inspirada en hechos reales, una realidad que Hasbún ha convertido en ficción, "Los afectos" tiene a Hans Ertl, un idealista, aventurero, explorador, fotógrafo y camarógrafo de la cineasta alemana Leni Riefenstahl, mimada por el nazismo, y a sus tres hijas, Monika, Heidi y Trixi, como protagonistas principales del relato.

Una familia, los Ertl, que emigra desde Alemania hasta Bolivia tras finalizar la II Guerra Mundial, como tantas otras de judíos y alemanes que se instalaron, por motivos diversos, entre ellos la huida o la culpa, en diferentes países latinoamericanos.

Una imagen del padre y dos de sus hijas, aún adolescentes, en mitad de la selva amazónica boliviana, perdidos en su aventura por encontrar lo que todavía hoy sigue siendo una leyenda, Paitití, la antigua ciudad de los incas, disparó en la mente de Hasbún el deseo de contar la historia de esta familia (...).

Escritor preciso y minucioso, muy minucioso, "consciente más o menos de sus límites y limitaciones", Hasbún, cuya familia, de origen palestino, emigró también a Bolivia, reconoce ser un escritor lento.

Un escritor que presta mucha atención "a la revisión" de lo escrito. "Es ahí, en ese momento, cuando me enfrento con más frialdad y distancia a la escritura inicial, que es muy desbordada y, por lo tanto, en general mala", dice.

Es el momento, continúa, de "quitar todo cuanto no hace falta, de dejar que el manuscrito descanse, para volver a él con nuevos ojos. Eso sí, siguiendo siempre la lógica de la reducción".

El resultado son textos a los que no sobra ni falta una sola palabra, breves -"Los afectos" apenas tiene 140 páginas, aproximadamente la mitad de lo escrito inicialmente- y a los que solo logra poner punto y final cuando el editor le mete prisa, porque no cumple los plazos de entrega.

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