Giovanna Rivero, que radica en Estados Unidos, habla de sus dos recientes libros, la novela juvenil Lo más oscuro del bosque (La Hoguera) y el cuentario Para comerte mejor (Sudaquia).
¿Por qué decidiste retomar los personajes de La dueña de nuestros sueños al momento de escribir Lo más oscuro del bosque?
La dueña de nuestros sueños lo escribí cuando nació mi hija, yo estaba en un momento muy sensible y quería que no se perdiera mi propia infancia, porque al nacer una hija o un hijo pasás al segundo momento generacional; entonces, es un poco prolongarse uno, pero también morir un poco en tu juventud.
Entonces, decidí legarle a Irene mi propia infancia, por eso uno de los personajes se llama igual, y cuando escribí el librito no sabía que iba a tener toda esta vida que ha tenido -tiene la edad de mi hija- y saber que sigue gustando para mí significa que yo toqué en esos personajes algo que no tiene que ver solo con la inmediatez generacional, sino que estoy apelando a cosas que son comunes a los seres humanos, a los chicos, por eso es que volví a leer mi propio libro para ver si era posible darle continuidad a los personajes o si los iba a traicionar; por ahí lo forzaba a ser lo que no eran, pero es justamente también el tener hijos que son jóvenes, y haber acompañado ese proceso que me permitió decir que sí es posible que estos personajes crezcan también, crezcan en su biografía y en su cronología.
¿Cómo manejás la etiqueta de novela juvenil, en este caso?
Sí es una etiqueta que puede incomodar si solo aceptás su connotación de mercado, para que la pongan en la estantería de una librería, y sepa dónde tal lector puede buscar este tipo de literatura, pero yo trato de llevar el concepto de literatura juvenil al nivel de la sensibilidad.
Es decir, está escrita para una sensibilidad juvenil, para alguien que tiene una mirada de la vida que todavía está en proceso de aprendizaje, una mirada de la vida que se acerca al texto sin enormes marcos referenciales, que es lo que hace el lector adulto. Generalmente, los adultos nos acercamos a un texto con cierto horizonte de expectativa, creo que la sensibilidad juvenil en ese sentido es más libre, y espera que el texto lo invite a entrar a un mundo.
¿Cómo nace el libro de cuentos Para comerte mejor?
Es un libro que nació a través del tiempo, con los años. Se ha hecho supernaturalmente, porque son cuentos que fui publicando en revistas o por invitación en antologías, algunos inéditos también, y que cuando pensé que ya tenía varios los reuní para ver, con una mirada de edición literaria, qué funciona, qué hace todo junto.
Los reuní e hice mi propio descubrimiento; no es que no conociera mis cuentos, sino que descubrí que había una línea que los atravesaba. Una hebra gótica, todos los cuentos trabajan en una frontera, en una liminalidad entre lo fantástico y el realismo más oscuro.
Entonces, descubrí que todos tenían esa sangre ahí oscura recorriéndolos y que en todos además había, quizás, el sentido de devorar al otro, una antropofagia que puede ser física pero que también puede ser emocional.
¿Y cómo fue el hecho de revisar esos cuentos, volver a Contraluna, por ejemplo, y a las otras historias?
Con Contraluna al principio dije sí, este registro me es extraño, porque eso también es algo a veces curioso, cuando volvés a textos o a cuentos, ya no sos vos, no sos ese escritor o escritora, yo ya no escribiría ese cuento, sino otro, con el mismo tema pero con otras cosas o con diferente registro, una diferente intensidad.
Por lo tanto ese cuento ya no es uno, y ese extrañamiento me parece también interesante porque te permite ver más en frío, con distancia, tu proceso, tu camino, y si aún así, si pese al camino recorrido, descubrís en ese texto algo auténtico, algo que todavía late, que todavía te expresa o expresa lo que querés poner en la literatura, entonces, yo creo que el cuento ha sobrevivido a tu propia lectura y por eso también decidí incluirlo
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