domingo, 14 de junio de 2015

Adolfo Cáceres Romero, el escritor que luchó por su destino

Un cadáver definió al escritor y sepultó al médico. Adolfo Cáceres Romero lo intentó pero no pudo, sus padres querían que curara vidas, pero él optó por lo que desde niño le movía el alma, escribir.

Recuerda el momento exacto en que, después de cursar un año Medicina en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, se sintió incapaz de diseccionar el cuerpo de un adolescente al que la tuberculosis mató y en el que los gusanos hacían su festín.

El entonces aspirante a escritor no tuvo ni el valor de tocarlo, el hedor que expelía le revolvió el estómago y lo devolvió a su destino. Ahí también comenzó la mentira, pero ganaron la literatura y la historia.

Sus padres, que vivían en su natal Oruro, no tenían idea de que su hijo había cambiado la universidad por la normal Católica. Y no es que Adolfo, en ese momento, hubiese querido ser profesor, era la única forma de acercarse a las letras.

Por cuatro años alimentó inútilmente la esperanza de sus progenitores de que sería el médico de la familia. Cuando visitaba Oruro hasta daba recomendaciones médicas a los que buscaban al ‘doctorcito’. La mentira le pasó factura el día de su graduación, ocasión en la que recién se enteraron sus padres.

“Se querían volver a Oruro (de Cochabamba) ese mismo momento. ¡Uhhh! Se molestaron. Le habían dicho a todo el mundo que su hijo terminó Medicina en cuatro años. Solo aceptaron acompañarme en mi acto cuando les prometí que estudiaría Derecho”, rememora.

Esta vez Adolfo se propuso no faltar a su palabra e intentó, una vez más, hacerle lance a su destino. Probó con las leyes, pero los códigos y artículos eran candados para su imaginación y capacidad narrativa nata que ya había salido a flote cuando jugaba con los amiguitos de su infancia. Él era quien escribía los diálogos para los títeres, elaboraba las historietas y ya en el ‘cole’, era quien escribía cuentos.

“Eran malos, pero a mí me parecían lo máximo”, dice el escritor que tiene en su haber 14 obras literarias, siete ensayos, cuatro antologías, 17 cuentos y seis libros traducidos a otros idiomas.

Reencuentro con los muertos

El hombre que le huyó a los muertos en el anfiteatro de Medicina de la universidad San Simón los volvió a encontrar, esta vez, en la literatura, donde -claro- está a sus anchas. Dio nombres, rostros, vida y contexto a cientos de héroes cuyo valor quedó enterrado en el Chaco boreal.

Justamente en El charanguista de Boquerón, que en 2009 lo hizo merecedor al Premio Nacional de Novela Marcelo Quiroga Santa Cruz, Romero hace que un combatiente vuelva del más allá para contar las proezas de quienes impidieron que los ‘pilas’ llegaran hasta Santa Cruz en la guerra entre Bolivia y Paraguay, países que un día como hoy, hace 80 años, firmaron el cese de hostilidades en Villa Montes.

Adolfo se tomó dos años para investigar la Guerra del Chaco y otros dos para escribir. Su suegro y un primo, que participaron en la contienda bélica, también son personajes en esta magistral novela histórica.

Ancla a tierra

Lo único que los años han acumulado en Adolfo (78) es experiencia porque su pasión por la investigación y la literatura se mantiene intacta. Es un escritor que no descansa, ahora mismo se encuentra trabajando en dos libros: uno sobre la Guerra del Pacífico y otro sobre la vida y obra de escritores bolivianos en el exilio, además del cuento El puente de los suicidas.

El orureño, que fijó su residencia en Cochabamba al final de la década de los 50, reconoce que hay un nombre ligado al éxito de su carrera, el de su esposa y madre de sus cuatro hijos, Rosario SolIz Jordán, con quien lleva casado 50 años. Es su primera lectora y su ancla a tierra, confiesa.

CONOCIENDO AL ESCRITOR

​Intentó ser médico. Al concluir su bachillerato en Oruro, donde nació el 27 de septiembre de 1937, se fue a Cochabamba a estudiar Medicina, pero su apego a las letras lo llevó a la docencia.
Formación en literatura. Estudió Lingüística Moderna en Uruguay y Literatura Clásica y Moderna en España. Desde su retorno al país ejerció la docencia en la Universidad Mayor de San Simón.
Premios y distinciones. Las novelas y cuentos que ha escrito desde hace más de medio siglo han sido reconocidos dentro y fuera de las fronteras de Bolivia.

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