domingo, 15 de marzo de 2015

Los porqués de la lista final de la BBB



Por qué no, por qué sí. Por qué éste y por qué no éste otro. Esto falta, esto sobra... A casi tres meses de publicada la lista de los 200 libros de la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB) las repercusiones —buenas y malas— fueron vastas, aunque dentro de una por lo general positiva reacción ante el proyecto, no escasearon las críticas, quejas y reclamos.

“Nunca podremos contentar a todos”, había anticipado uno de los reconocidos miembros del Comité Editorial que el 18 de diciembre pasado emitió la lista final. Y mucha razón tenía.

“Que los libros no sean 200, sino 2.000 (…) e incluimos a todos los escritores que quieren estar, sean buenos, mediocres o rematadamente malos. Y todos finalmente contentos”, escribió en una columna de opinión el crítico y ensayista Wálter I. Vargas ante las arremetidas que algunos escritores e intelectuales hicieron al proyecto, antes incluso de que se dieran a conocer los títulos seleccionados.

Cuando la lista se hizo pública, y como era de esperar, surgieron lógicos descontentos y cuestionamientos, entre los más recurrentes: ¿por qué hay tan pocas mujeres autoras?, ¿por qué no se veló por un mayor equilibrio regional en cuanto a temáticas y origen de los autores? y ¿por qué falta tal o cual obra o escritor?

Tras un conveniente periodo de silencio, acudimos a tres miembros del Comité Editorial que trabajó durante varios meses en la confección de este ambicioso proyecto, para que cada uno opine y responda a algunas de estas interrogantes.

“Hay que reconocer que hasta hay generosidad en haber incluido ‘tantas’ autoras, tomando en cuenta lo relegadas históricamente que están las mujeres en el ámbito literario, y en otros”, opinó en un artículo publicado el 22 de diciembre pasado en La Razón, la analista Lourdes Montero.

Al respecto, Xavier Albó comenta: “Yo hubiese deseado que la lista tenga un poco más de equilibrio de género, pero la verdad es que, en primer lugar, había pocas nominadas en la base de datos, y por otro lado, si bien no podemos decir que en el período colonial y en los primeros años de la República no había mujeres escritoras o intelectuales, es verdad que siempre quedaban relegadas, subordinadas y no producían igual que los hombres”.

Valga la mención del reconocido antropólogo para recordar que los 35 miembros del Comité trabajaron, en principio, a partir de más de una lista de más de 1.050 títulos nominados en una amplia consulta con 300 especialistas, y sugerencias de lectores mediante la página web del proyecto; no obstante, en las sesiones por comisión y plenarias, el cuerpo colegiado también añadió varios títulos que pasaron a consideración.

El también sacerdote jesuita igualmente opinó sobre otra observación repetida: que la BBB no cuenta con suficientes obras dedicadas a las tierras bajas. “Yo creo que la región del Chaco es de las mejor representadas, y también hay varios libros de la Amazonía y la Chiquitanía… aunque tal vez podíamos haber buscado un poco más”.

“Resulta hipócrita (por decir lo menos) que la BBB se apropie de libros peruanos y los asuma como si fueran bolivianos”, escribió en una nota de opinión el académico José Luis Saavedra, en referencia a El manuscrito de Huarochirí (anónimo), Formaciones económicas y políticas del mundo andino (John Murra) y Nueva crónica y buen gobierno (Guamán Poma de Ayala).

Al respecto, la historiadora María Luisa Soux señala: “Es muy simple: no podemos decir que El manuscrito… y la obra de Guamán Poma sean “peruanos”, pues hablan del territorio del Virreinato del Perú que por mucho tiempo también incluyó a Charcas, la actual Bolivia”; no obstante, admite que el texto de Murra “sí se refiere casi en su totalidad a hechos sucedidos en territorio hoy peruano, pero por la importancia del autor y otros de sus trabajos, quizás se debió haberse hecho una selección de sus artículos que trataban específicamente de intereses nacionales”.

Más contundente sobre este punto es Albó: “Esta crítica no tiene ningún sentido porque no se puede pensar que en tiempos coloniales Bolivia y Perú eran diferentes”.Soux también se pronunció ante un extenso ensayo en el que el escritor Fernando Molina destacó los aportes de Vicente Pazos Kanki y cuestionó su ausencia. “Debo decir que Pazos Kanki debe estar en la BBB… es más, yo nominé su libro en el que hay una traducción de parte de la Biblia al aymara, pero al final no quedó entre los seleccionados porque no hubo consenso o votos suficientes, no por posiciones políticas o ideológicas”.

La especialista recordó que precisamente para subsanar este tipo de problemas es que se escogieron 42 antologías en las que deberán entrar escritores y temáticas omitidas en los libros individuales.

Uno de los críticos más incisivos de la lista de los 200 libros y del Comité que los seleccionó fue Adolfo Cáceres Romero quien, paradójicamente, fue miembro del cuerpo colegiado, aunque no pudo asistir a ninguna de las reuniones, debido a problemas de salud, y siempre hizo llegar sus sugerencias y argumentos por escrito.

“No hubo, en el Comité Editorial, un compromiso con el proceso actual que vive el país, se dejó de lado la reivindicación de las culturas originarias”, observó Cáceres en un artículo y reclamó la ausencia de libros como Ollantay, Manchay Puyto, o El pez de oro.

“Se consigna con Obra escogida a José Antonio Arze (tío del editor general), un político sin trayectoria literaria”, dijo en otra ocasión.

Respecto a estas críticas, el editor general, José Roberto Arze opina: “el Comité Editorial fue muy amplio, con gente de diferentes matices profesionales, ideológicos y filosóficos, hay que respetarlo y confiar en su probidad. Creo que Cáceres vertió juicios muy apresurados porque no estuvo en los debates, pero hay que ser conscientes de que los resultados nunca van a estar al gusto de todos”.

“Sobre muchas de las obras que reclama —agrega— (como Ollantay o Los fundadores del alba) yo y otras personas coincidíamos en que debían incluirse en la lista, pero todos los títulos y autores aprobados, fueron elegidos por opinión mayoritaria… aunque en algunos casos nosotros u otros lucharon hasta el final por sus títulos, no siempre tuvieron éxito”.

La misma respuesta de Cáceres, se aplica a interpelaciones como las de Saúl Escalera que observa que se ignoró títulos de ciencia y tecnología, como El arte de los metales, de Álvaro Alonso Barba y otros.

Y los ejemplos se multiplican… ¿por qué no están Giovanna Rivero, Wilmer Urrelo, Humberto Quino… o por qué quedaron afuera libros como La dramática insurgencia de Bolivia?, y la respuesta siempre será la misma que da Arze. No se puede nunca contentar a todos. Lo importante, en todo caso, es mirar el vaso medio lleno y celebrar la envergadura del proyecto y la gran cantidad de obras de alta calidad que pondrá a disposición de miles de lectores.

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