domingo, 15 de marzo de 2015

Amparo Canedo pone el foco en el trabajo cotidiano de los periodistas: ¿es o no es inclusivo?



A la comunicadora y periodista Amparo Canedo le parece que una salida a la situación actual del periodismo escrito es que éste sea cada vez más inclusivo. Y en busca de esa inclusividad emprendió una investigación, calificada como pionera por José Luis Aguirre Alvis en el prólogo al libro que recoge los resultados de la indagación: Pasado, presente y futuro del periodismo, publicado por la Universidad Católica Boliviana y Plural. En el inicio de sus pesquisas, Canedo —magíster en comunicación estratégica— se hizo algunas peguntas: ¿Qué tipo de periodismo puede evitar una mayor caída del tiraje de los periódicos? ¿Qué cambios deberíamos hacer en el periodismo para que éste responda mejor a las expectativas y necesidades de la población? ¿Qué tipo de perfil deberían tener los periodistas? En su libro está algunas propuestas.

—El tema del libro es la práctica periodística ‘inclusiva’. ¿Cuáles son los alcances de este concepto?

—Una de las críticas a los medios de comunicación es que no deberían ser llamados de ese modo porque, en realidad, no comunican, sino únicamente informan y lo hacen de manera unilateral, sin siquiera tomar en cuenta las necesidades y expectativas de la población. Este cuestionamiento aún hoy puede ser escuchado de labios de muchos comunicadores. Sin embargo, una de las cosas que intento demostrar en mi libro es que esto no tiene por qué ser así. Tal vez por eso el comunicador José Luis Aguirre ha llamado a esta investigación pionera en su especie porque dice que hablar del periodismo inclusivo es algo novedoso e indica que en Bolivia no existe antecedente de esto.

Cuando nació en 1979 la propuesta del comunicador boliviano Luis Ramiro Beltrán de la comunicación horizontal, él mismo dejó establecido que, en realidad, si los periodistas y medios quisieran, podrían establecer un diálogo con la población. Sin embargo, la comunicación horizontal tuvo eco en el área de la comunicación y el desarrollo que terminó desarrollando esa línea hasta desembocar en lo que hoy se llama comunicación inclusiva; pero no en el periodismo. La base de esa comunicación inclusiva (que se asienta en gran medida en el respeto de los derechos humanos) es la misma que planteo recuperar desde el periodismo porque es la planteada en los códigos de ética periodísticos. A partir de ese lugar se pueden tender y articular puentes entre diferentes áreas de la comunicación, pero siempre y cuando la o el periodista cumpla sus códigos de ética que le mandan a ser un guardián de los derechos humanos de las y los ciudadanos.

Entonces, lo que se hace en la investigación publicada ahora con auspicio de la Universidad Católica Boliviana y Plural Editores es mostrar, primero, que es posible dialogar desde los medios; pero para que esto se efectúe desde un escenario más inclusivo, debemos primero revisar las herramientas con las que contamos y trabajamos todos los días las y los periodistas. Me refiero, por ejemplo, a la estructura de la pirámide invertida que heredamos del siglo XIX y que habiéndose alimentado de la corriente positivista terminó no solo siendo muy estrecha, sino excluyente. Por eso, propongo que revisemos desde el concepto de la noticia. Al respecto debo aclarar que no se trata de una idea loca. Ya en los años 80 este planteamiento fue hecho por personajes de talla mundial que habían hablado de la necesidad de revisar el concepto de la noticia porque lo consideraban muy estrecho.

Después de explicar todo esto en más de 70 páginas del libro, lanzo la propuesta de 27 indicadores de inclusividad creados a partir de los códigos de ética y pensados desde el trabajo cotidiano del periodista, porque el otro problema que existe es que los códigos de ética únicamente contienen principios y no cables a tierra para el trabajo cotidiano de las y los periodistas. ¿Qué significa esto? Es como tener una ley sin reglamento. Precisamente por ello, los 27 indicadores que planteo tienen que ver con el trabajo periodístico cotidiano. A futuro podrían existir más o menos porque, además, estos indicadores van muy de la mano del desarrollo de la democracia.

—La indagación no solo tiene una dimensión conceptual y teórica sino, sobre todo, empírica. Ese decir que ha indagado sobre la inclusividad (o no) de la práctica periodística en medios concretos y en un tiempo concreto. ¿Con qué criterios ha conformado ese corpus de estudio?

—Propongo 27 indicadores de inclusividad en el periodismo. Los apliqué en la prensa paceña para identificar a las secciones más inclusivas de cuatro periódicos La Razón, El Diario, Página Siete y La Prensa. Después de aplicar los indicadores en artículos de todas las secciones, con la ayuda de una escala de medición llamada Likert, los datos fueron incorporados en un programa que es usado en las encuestas grandes denominado SPSS. El programa arrojó como resultados que las secciones más inclusivas son: Sociedad y Cultura de Página Siete, y Seguridad e Informe Especial de La Razón. Debo aclarar que si bien estas secciones salieron como las más inclusivas, aún están lejos de ser cien por ciento inclusivas.

—Al inicio de su investigación se preguntaba, ¿qué cambios deberíamos hacer en el periodismo para que éste responda mejor a las expectativas y necesidades de la población? Hecha la investigación, ¿tiene una respuesta?

—Primero, las y los periodistas debemos reflexionar sobre lo que estamos haciendo y revisar los conceptos, los géneros y, en general, todo lo que hacemos cotidianamente. Por ejemplo, yo les diría que tan importante como el “qué” de la noticia es el “por qué”, es decir los procesos que desembocan en un hecho. En segundo lugar pondría como herramienta central del actual y futuro periodista a la investigación, sobre todo para quienes trabajan en prensa porque es su plus valioso frente a la televisión, la radio e incluso internet; aunque últimamente existen excelentes investigaciones en medios de la red como, por ejemplo, Animal Político, La Silla Vacía o SoloLocal.

Tercero, creo que debemos dejar de producir como si fuéramos máquinas. Hay periódicos en los que les dan a los editores demasiadas páginas para ser resueltas en el día con pocos periodistas que ni siquiera están muy bien entrenados. ¿Qué puede resultar de esta forma de periodismo? Cuarto: está muriendo una forma de hacer periodismo y de relacionarse con la sociedad. Hay que conectarse con la gente y las nuevas tecnologías son, en ese sentido, una gran oportunidad. No debemos tener miedo.

Finalmente, es absurdo que pensemos que podemos responder, desde un solo medio, a todas las expectativas y necesidades de una sociedad porque sería un trabajo titánico y muy costoso. Por un lado queremos parecer nacionales y no terminamos de ser ni siquiera locales. Es interesante observar cómo los medios en internet son, más bien, muy locales a pesar de que uno esperaría que fueran lo contrario por el alcance de la red.

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