martes, 16 de septiembre de 2014

Los muertos están cada día más indóciles, de Fernando Medina Ferrada La conquista de un pueblo tantas veces burlado

La lectura de la obra Los muertos están cada día más indóciles, de Fernando Medina Ferrada, se lo debo al maestro y periodista Remberto Cárdenas Morales, quien obtuvo los últimos ejemplares de este libro hace un par de años y uno de éstos llegó a mis manos, un obsequio perpetuo en la memoria de los
afortunados.
"Irme ahora significaría ser un pobre diablo o cómplice de algo que sabíamos injusto y deshonesto… Creo que es cuestión de conciencia”. Ésa es una de las frases del personaje principal de la obra, Juan, quien pudo haber sido cualquier persona que busca justicia y libertad para su nación.
El escritor reflejó dos momentos importantes de la historia boliviana en este libro, el colgamiento de Gualberto Villarroel y la Revolución Nacional de 1952. No sólo eso, aunque se denota un "realismo mágico” en las 209 páginas de esta obra, también plasmó un testimonio sobre hechos sociales, torturas, noches de bohemia y abuso sexual.
Juan, locutor de la radio estatal en 1946, logra huir de las oficinas de ésta por el techo y divisa la plaza Murillo con una turba enardecida que terminaba de colgar al presidente Villarroel. Se atemoriza al ver más víctimas, por lo que decide huir sin éxito, pues es golpeado por la
muchedumbre.
Salvado de morir, Juan se marcha a Oruro. Dos escenarios distintos se registran en la obra, las diferencias sociales se hacen evidentes: los "jailas” y los "cholos”. Whisky o pisco, ¿cuál la diferencia? Igual terminaban borrachos.
Una noche alcohólica llegaron los uniformados a una chichería y se llevaron a cuatro sindicalistas mineros. Días más tarde, el lago Titicaca fue testigo ciego y sordo de recibir a siete cuerpos rebeldes sin vida.
Matar para callar, esa fórmula no funciona en Bolivia, al menos en el libro. El vaho del pisco, el humo del cigarro y el olor a coca son el aliento de energía renovada; hoy o mañana, ¿qué más da? Medina describió la escena previa antes de la masacre de los mineros en Huanuni. En 1952, Juan vuelve de su exilio en Argentina, ahora es parte de la Comisión General de la Revolución. Incrédulo de su regreso, guarda con paranoia un radio transistor por el que emitirán el mensaje revolucionario para todos.
Tras una odisea, llega a La Paz y piensa en su moribunda relación con Adela, su mujer, además en Laura, una profesora que apoyaba la revolución, con quien no tuvo oportunidad de iniciar nada.
El silbido de las balas es evidente, durante las pausas uno de sus compañeros abusa sexualmente a una mujer. El lenguaje, mezclado con el aymara, para describir esas escenas y las de tortura de los militares hacia los mineros es vulgar y realista.
La amargura de Juan en todo el libro denota frustración por el infortunio de su pueblo, que varias veces intentó fallidamente acabar con la miserable vida que llevaban. Finalmente, se logra el objetivo con un centenar de cadáveres que reafirman que Los muertos están cada día más indóciles.
El escritor cubano Julio Travieso calificó a la obra literaria como "un hilo de engarce” entre los libros Metal del diablo, de Augusto Céspedes, y Los Fundadores del Alba, de Renato Prada Oropeza.
"Los muertos están cada día más indóciles nos proporciona el eslabón que une la cadena literaria y al mismo tiempo el tercer elemento que cierra el triángulo de la historia boliviana”, aseguró.
La icónica obra de arte titulada La Revolución Nacional, del maestro Wálter Solón Romero, figura como portada del libro. El sólo hecho de verla, personalmente, provocó una miscelánea de sentimientos, no habría mejor pintura para tan célebre obra literaria.

Es importante destacar que el libro recibió el reconocimiento Casa de las Américas a mejor novela, en 1942.

HOJA DE VIDA

Vida Nació el 19 de septiembre de 1924, en La Paz. Compartió parte de su vida con Jaime Saenz, Sergio Suárez y Óscar Alandia Pantoja. Fue narrador y dramaturgo. Fue hijo del primer divorcio registrado en Bolivia.
Obra Escribió los libros: Bocas hambrientas, Laberinto, Retrato, Moribunda y otros.

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