viernes, 12 de mayo de 2017
Los primeros escritores en la Tarija de antaño
Mayo es el mes de la libertad de prensa y también de la comunicación, porque entre las celebraciones del Día del periodista (10) y de la libertad de prensa (3) que se recuerdan por estas fechas, los mensajes que promulgan la libertad de expresión y el derecho a la información, son escuchados repetidamente.
Por este motivo y en el afán de recordar el pasado y conocer algo de lo que pasaba en torno a estos temas en la Tarija de antaño, El País eN revisó bibliografía relacionada al tema y encontró que Bernardo Trigo, en su libro “Las tejas de mi techo”, hace referencia a los escritores de años antes y explica cuáles eran sus tareas y por ende, los escritos que dejaron a las generaciones futuras. “Los primeros escritores que actuaron en Tarija, merecen las páginas de mayor gloria en el combate de las ideas”, cita en su publicación.
Así, Trigo da cuenta que en el año 1850 llegó a Tarija la primera imprenta obsequiada por el gobierno del General Manuel Isidoro Belzu, en la que se editó el periódico “El Cóndor de Bolivia”, a cargo de los doctores Mariano Donato Muñoz Manuel Othón Jofré, a quienes los considera como los “primeros escritores que rasgaron en Tarija el silencio”.
Aclara que años atrás, los estudiosos se limitaban a redactar panfletos y proclamas, que circulaban manuscritos; justamente una de las primeras publicaciones que se conoce es la de don Cecilio Trigo, allá por el año 1817, en la que expresaba lo siguiente: “El testador Dozal quiso escuelas de latinidad y de primeras letras, y es atroz imaginar que los que no aman al pueblo, quieren esa partida para guerrillar, sin tomar en cuenta que la guerra destruye y la lectura eleva al hombre y limpia a la mujer”.
Respecto a otras publicaciones, anteriores a las de don Cecilio, no se conocen de otras que no sean las de los infolios judiciales.
Pero años más adelante aparecen otros escritores, como don Ignacio Mealla, quien fue un hombre que dejó escritos que lo califican como intelectual. Uno de estos documentos proviene del año 1820: “Llama la atención el amor filantrópico de Aguirre que representa la tragedia, haciendo el papel que proporcionan las escenas de armazones, que cavaron con las pretensiones del que no tiene moral. Dios ni pueblo. Las furias se las ataja con la proclama y la palabra, y si no, ahí está el esmeril”.
Otros documentos patrióticos tales como las actas de la anexión de Tarija a Bolivia, demuestran al estudioso. Se asegura que son redactadas por Juan Ramón Ruiloba, pero Trigo cree que en realidad pertenecen a Ignacio Mealla o a Cecilio Trigo.
“En la nota de 17 de octubre de 1826 se dejó constancia que los documentos de Tarija a favor de la República del Río de la Plata, los redactó Dn. Toribio Tedín, Secretario del General Arenales. Quizá. Lo que sí sabemos es que los debates en pro del bolivianismo los sostuvieron los Ruiloba, Trigo, Mealla, Tejerina, Hurtado y otros. Al frente del argentinismo de Tedín”, explica Trigo.
Otro de los escritores, el patricio austero de la sociedad, era José Manuel Núñez de Pérez, perseguido siempre por las huestes realistas, repartió su fortuna al pueblo. Tenía espíritu batallador, populachero, era el orador de la muchedumbre y con frecuencia se encontraban volantes de Núñez de Pérez incitando a la rebelión.
José Julián Pérez, fue el ilustre cantor del “pago”, compañero y amigo de Monteagudo, Urcullo y demás próceres de la independencia. Tuvo prominente participación en la campaña libertaria y entre sus producciones literarias más conocidas está la titulada “Desengaño”, que concluye con esta estrofa: “Fortuna ¿Por qué no acabas con tus duras tiranías? luego me darás el pago que le dio a Uruias”.
Eduardo Torres fue designado por el Cabildo de Tarija como el delegado para tratar con Goyeneche asuntos relativos a dicha provincia. Era un apasionado partidario de la monarquía. Dicen algunas crónicas que Torres era un apasionado partidario de la monarquía y que impresionó profundamente al representante del Virrey, por la elocuencia de su palabra y la alta compenetración de la verdad política.
Era el director de la opinión pública y el poeta cuyas estrofas circulaban manuscritas, de mano en mano. Cuentan que como no había imprentas en aquellos tiempos, las poesías de Torres se disiparon como las hojas secas que el vendaval arrastra.
Demetrio Valdez era un intelectual que le tocó fundar junto a Napoleón Raña “La tribuna del Pueblo”, que era un órgano de Tarija y para los tarijeños. “Dicen las crónicas que cuando Valdéz hablaba, se conmovían las masas populares”, señala Trigo.
Avelino Torres, se graduó de abogado en Charca, pero sirvió a Tarija en la prensa, difundiendo la buena doctrina del trabajo, de la honradez y de la cultura.
Juan Manuel del Carpio, luchó desde el año 60 en el modesto puesto de cajista de imprenta. Constante en el trabajo, llegó a ser dueño de la que era de Dn. Anselmo Serrano, que la reinstaló con el nombre de “Imprenta de la Juventud”. Allí se publicaron semanarios jocosos, literarios y sociales.
Narciso Campero, que ocupó la primera Magistratura de la Nación, fue un escritor culto y estudioso que escribió mucho, pero sobre todo de temas militares, ocupando las columnas de la prensa extranjera.
José Arce fue uno de los cerebros mejor cultivados de Tarija en la generación del 55. Escritor concienzudo, de alta moral, erudito y persuasivo. No fue polemista y despreciaba el debate, era expositror, su figura augusta resalta en el periodo del Gobierno de Melgarejo, actuando en el Congreso del 69 cuando se debatió el tratado de límites con Brasil.
Su actuación brillante y enérgica, despertó las furias del tirano y pese a ello no abandonó un instante su campaña, y cuando dejó la banca de representante por Tarija, ocupó la prensa extranjera para combatir al “miserable”, como él lo llamó al tirano del sexenio.
Avelina Raña fue una distinguida señora que dedicó sus mejores días al estudio. Escribió en “El pensamiento”. Todo su anhelo de perfeccionamiento de la mujer, lo esbozó ampliamente.
José Benito Caso era una mentalidad ordenada, constante y asiduo en el trabajo. En pleno vigor intelectual viajó a La Paz, como convencional por Concepción. Se radicó en Oruro. Tarija – donde él nació – no supo comprenderlo.
José María Pizarro, fue todo un cerebro. Escritor cabelloso y honorable. Picante y airado muchas veces. Del año 65 al 75, no hubo periódico que no recibiese sus inspiraciones, hasta la tarde del 26 de septiembre del 75, que lo sorprendió la muerte.
Juan Misael Saracho fue el hombre de letras y de estudio. Tarija no era su centro. País lleno de prejuicios y pletórico de pasión, no supo enaltecer sus virtudes y ofrecerle las perspectivas de un risueño porvenir. Viajó a la ciudad de Potosí y allí encontró el calor que necesitaba. Redactó con brillo los diarios “El Tiempo”, “La Crónica”, “La Honra Política” y otros.
Luis y Domingo Paz redactaron “El Pueblo”, que sirvió a la juventud de cátedra de enseñanza y tribuna de ideas. Combatieron la dictadura de Daza y mucho tiempo estuvieron sujetos a los rigores de presidio. A la clausura de ese semanario, en 30 de noviembre del 80, fundaron “El Trabajo”, para sostener la política del Partido Conservador.
Tomás O’Connor d’Arlach escribió mucho. Tan fecunda era su actividad de escritor, que llegó a conceptuárselo como el diarista más hábil y culto de su tiempo. Se inició como escritor en Sucre, en una hojita literaria, “La Siempreviva”, que posteriormente se publicó también en Tarija. Tuvo un semanario de nombre “La Estrella de Tarija”, que más tarde lo convirtió en un diario.
José Electo Díaz, se educó en el taller tipográfico y sobresalió en letras por su claro talento y exquisito gusto literario. Redactó muchas revistas literarias en compañía del Dr. d’Arlach. Fue dramaturgo y su obra “La Primera Piedra”, lo llenó de prestigio. Sus poesías quedaron dispersas en los semanarios de esos años, sin que se haya podido formar un solo manojo.
Julio Lema, fue un polemista aventajado, expositor sereno y escritor jocoso. Carecía de una vasta ilustración, pero su talento era tan pujante que deslumbraba con su palabra y con su pluma. Escribió muchos folletos, como monólogos, tradiciones, jurídicos, de polémica y económicos. Fue director y redactor de varios periódicos y corresponsal de publicaciones extranjeras.
Aurelio Nieva, un obrero del pensamiento y del trabajo. Modesto y silencioso comenzó a “ganar” la vida en las cajas tipográficas de la “Imprenta Serrano”, continuando con asiduidad en las de “La Estrella de Tarija”. Tiene publicadas en varios periódicos, bellas poesías, redactó algunas revistas literarias y sirvió de corresponsal a muchos diarios extranjeros.
Félix Soto, fue director del diario “El Callao” y colaborador reclamado de muchas publicaciones peruanas, argentinas y chilenas. Manejaba la sátira con maestría y escribía crónicas con el seudónimo de “Sixto F. Leo”.
Al igual que todos los citados, hubieron muchos otros escritores que dedicaron su vida al estudio, entre ellos: Miguel Aráoz, Miguel Lora, Ignacio M. Hurtado, Francisco Gómez, Napoleón Raña, Manuel Othón Jofré, Cesáreo del Carpio, Leocadio Trigo hijo, Alfredo Rodo, Abraham Valverdi, Nestor Rojas y Arturo d’Arlach, entre otros.
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