sábado, 29 de noviembre de 2014

La niña de sus ojos

"Era una música medrosa y dolorida que discordaba con la dulzura de sus pensamientos. Una melodía ‘in crecendo’ que parecía haber brotado de una breña de la pampa infinita en que ella había vivido tantos años y que se difundía por los ámbitos hasta cubrir la extensión de la meseta. Parecía la voz solemne de toda una raza que llegaba a golpear sobre su corazón, para recordarle que esa su felicidad de amor era una cosa pequeñita en comparación con la inmensidad de ese reclamo que se alzaba de todas partes y que la envolvía y que la estrujaba, que le penetraba por los sentidos y por los poros del cuerpo. Se le figuraba que una pena enorme luchaba allá afuera, bajo el cielo de la luna, pugnando por elevarse al cielo hasta llegar a una lejana estrella brillante y solitaria, cuya imperturbabilidad parecía retar a las fuerzas de abajo. Y que esa pena convertida en nube, en ola y en huracán quisiera subir a descolgar aquella estrella impasible para traerla hacia un lugar de la pampa y colocarla sobre una casa blanca parecida a la escuela y allí tenerla como un núcleo de luz y de color..."

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