domingo, 16 de noviembre de 2014

Gonzalo Lema gana el premio Kipus

EL ESCRITOR BOLIVIANO | ACABA DE GANAR EL PREMIO KIPUS, UN LOGRO MÁS QUE SE SUMA A SU IMPORTANTE CARRERA LITERARIA. OH! CONVERSÓ CON ÉL.

OH!: ¿Hace cuánto tiempo descubrió su pasión por la literatura?

Hace no más de veinte años, aunque mi primer libro tiene treinta y cuatro. Mi primera pasión fue la lectura, no tengo dudas. Su influencia me derivó a la escritura. Luego ambas (lectura, escritura) comenzaron a caminar juntas. Con los años advertí que yo miro el mundo desde la literatura, no desde lo ideológico (política) ni desde la fe (religión). Tengo “tomada” la vida por la ficción. Curiosamente, es lo más real que alcanzo a distinguir en mí.



OH!: ¿Sobre qué trata “Siempre fuimos familia”, la novela con la que ganó el premio internacional Kipus?

Trata del desaliento que tiene el ser humano debido a carencias en su espiritualidad y en su propia materia, que le impiden ser feliz. Ese es el tema central de la novela. Los miembros de una familia buscan el sentido de la existencia o razones ciertas para ser felices. Esas razones, vistas de afuera, se ven extravagantes y excéntricas… La novela narra el afán que tiene cada uno por encontrar el sentido de la existencia y una razón para ser feliz.



OH! ¿Cuál es el sentido de su existencia? ¿Qué lo hace inmensamente feliz?

Inmensamente feliz… Puedo afirmar que me he formado para ser inmensamente pleno, no feliz. La búsqueda del sentido de la existencia ha ocupado el interés de mi vida. La literatura es mi instrumento fundamental: narrar personajes y situaciones me ha derivado en la reflexión permanente y vasta. He desarrollado cierto talento para “leer” el alma de las personas y los temas. Todo esto, con gran licencia literaria, por supuesto. Quiero decir: no desde la ciencia.



OH! ¿En que se inspiró para construir esa obra?

Hace treinta años, mi madre tuvo la ocurrencia de regalarme un cajón grande lleno de revistas Vanidades, Cosmopolitan, Buen Hogar… Me dijo que era importante vulgarizar mi lectura de libros para condimentarla, para hacerla sabrosa. El primer resultado fue mi “encontrón” con Carolina de Mónaco, mujer que fijé en mi mente. Desde entonces, hasta ahora, escribí cuatro intentos (fallidos) de una historia de amor. Mi novela “Siempre fuimos familia” comenzó entonces. Años después, una amiga me regaló la historia de su abuela: una mujer que vestía de pollera o vestido de acuerdo a su ánimo. Otra historia más antigua y menos sorpresiva, por ejemplo, es la del papá, un exnarcotraficante que se convierte en constructor de edificios, algo bastante común en nuestro país. También está la historia del hijo gay que estudia sociología. Otro miembro de la familia es la hija casada con un abogado que pretende ser escritor, y la historia de Juana, que es la cocinera de la familia.

En conjunto se nota que todos ellos buscan la ansiada felicidad. No lo dicen, no lo verbalizan, pero se nota que la vida no les muestra el sentido que tiene su existencia. Uno de ellos llega a afirmar que la vida es una pasión inútil (Sartre), y que tal vez el problema mayor de la existencia es que uno se muere y no trasciende, salvo el creyente, pero en esta casa parecen competir en herejía. La novela narra lo esencial, la búsqueda de la felicidad, las razones que justifican la existencia, mientras se desarrolla la vida familiar.



OH! ¿Por qué razón le tiene un cariño especial a esta novela?

Quizás porque me retrotrae a ese período tan particular de mi vida: el fin de la universidad (abogacía), las lecturas nuevas, mi madre viva, y el enfrentamiento con la realidad. Muchos años después, la narración fluyó: un escritor ya maduro empezó a narrar los esquivos temas de su juventud. El resultado es esta novela premiada. Me conmueve todo el ciclo.



OH! ¿Cuál cree que es la importancia de la familia en la sociedad?

Es decisiva. La antigua familia era una caverna donde se hallaba refugio ante el peligro externo (los mastodontes, por ejemplo). La familia contemporánea (donde queda en pie) es un refugio de los valores éticos, es (debería ser) un depósito de los contenidos democráticos. Allí se forma la gente, la ciudadanía… A mí me molesta que se espere todo del juez y no se practique censura social. O que se espere todo del Estado, y no se construya sociedad desde el individuo. Por último: que se espere todo del alcalde y no se construya ciudad desde la casa misma. La familia es la gran aliada para vivir mejor, pero ni un solo discurso del presidente interpela a la familia. Con buenas familias tendríamos mejor país.

Las familias bolivianas contienen, en forma natural, el amor de los papás, de los abuelos, hijos, nietos y eso es suficiente para que pensemos que existe. Es la vieja caverna donde es posible contar las penas y las alegrías. Creo que no le damos el valor que efectivamente tiene y va a tener más aún porque la vida tiende a desagregarlas. A veces, por ejemplo, por falta de reflexión, los padres mandan a estudiar a sus hijos al extranjero, y ellos ya no vuelven. ¿Acaso no sería mejor que salieran después? Así se irían más formados, y los padres los disfrutarían más...



OH! ¿Háblenos sobre los últimos premios que ganó?

Bueno: el premio de novela Kipus Internacional. He leído que se presentaron catorce países y muchas novelas bolivianas. Llegaron a ser como cincuenta. El premio consistió en la publicación del libro con ese prestigio, eso es lo importante, lo más lindo. Además, un cheque por 20.000 dólares.

En nuestra realidad latinoamericana, debido al monto, ha pasado a ser un premio más que importante. Cuba, que tiene un premio tradicional, el Casa de las Américas, con más de medio siglo, premia con tres mil dólares y la publicación del libro.

En Bolivia había un premio de 10.000 dólares, el premio Alfaguara, que yo gané en la primera versión en 1998.

También es importante reconocer la validez de los premios municipales. Cochabamba tiene en novela el premio Marcelo Quiroga Santa Cruz (lo obtuve el 2012) y Santa Cruz tiene el premio Santa Cruz de la Sierra, que lo he ganado una semana después del Kipus.



OH! ¿Cómo ve la literatura en Bolivia?

Es muy interesante nuestra literatura. A veces acompaña el proceso social (la guerra del Chaco, la revolución del 52, la retoma de la democracia, etc.) y, a veces, acompaña la vida. Tenemos una serie de libros hermosos desde los primeros años de la fundación. Yo no la disfruto por grupos etáreos, a mí me interesan los buenos libros, de los abuelos o de los nietos. Esto se debe a que diferencio la buena literatura de la astucia del mercadeo.

Hoy, la literatura boliviana está más nutrida, con más novelistas, cuentistas, poetas, ensayistas, críticos. Se diría que tenemos más personal. Nos falta reseñistas, ése es nuestro déficit. El periodismo cultural, salvo alguna excepción muy notable, es todavía muy débil.

Perfil

Gonzalo Lema

Nació en Tarija en 1959, estudió tres años en el Colegio Don Bosco (1965-68), se graduó del colegio Laredo (1969-76) y estudió Ciencias Jurídicas y Políticas en la Universidad Mayor de San Simón (1985). Fue vocal y Vicepresidente (1987-1991) y presidente del organismo electoral cochabambino (1995-2001). Fue vocal del organismo electoral nacional (2001-2003). Fue concejal, vicepresidente y presidente del concejo municipal de Cochabamba (2005-2010).

Sus novelas publicadas son: Este lado del mundo (1983, premio Guttentag), El país de la alegría (1987), La huella es el olvido (1993), Ahora que es entonces (1998), La vida me duele sin vos (1998, Primer premio Alfaguara), Los labios de tu cuerpo (2004), Dime contra quién disparo (2004), Contra nadie en la batalla (2007), El mar, el sol y MariSol (2007), Si tú encuentras a MariJo (2007), Los días vacíos del Raspa Ríos (2012, premio Marcelo Quiroga Santa Cruz) y Siempre fuimos familia (2014, premio Kipus Internacional).

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