domingo, 5 de septiembre de 2010

Gabriel volvió a la vida con la fortaleza de su corazón

Un paro cardiaco de ocho minutos, seis días en estado de coma, un mes en terapia intensiva y un diagnóstico médico de desahucio no pudieron con su vitalidad. Quedó malherido, pero sanó sus heridas, se levantó y ahora, a sus 22 años, camina a paso firme decidido a lograr sus metas.

Gabriel Flores Lazo de la Vega nació el 18 de agosto de 1988 y desde muy pequeño sintió pasión por la literatura, por influencia de su abuelo Alberto, un policía orureño amante de los libros.

A los seis años, según recuerda Jeanett, su madre, “leía libros enteros”. A los 19 estudiaba en la carrera de Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés y paralelamente cursaba el segundo año de Ingeniería Civil en la exigente Escuela Militar de Ingeniería. Era el mejor alumno de su curso.

Entonces alternaba sus estudios con otras dos pasiones: escribir y jugar fútbol. Jugaba para descargar la energía acumulada y escribía para liberar los sentimientos que su timidez había secuestrado.

Transcurría el mes de noviembre del 2007, cuando ocurrió un hecho que cambió su vida por completo, que retrocedió el tiempo y lo regresó 19 años.

Gabriel había asistido a un concurso de literatura en el ex Kusillo, en el parque Roosevelt, después de lo cual debía encontrarse con un amigo en El Prado.

A las 17.00 recibió el llamado del amigo y entonces decidió dejar el concurso antes de que acabe. Cuando, apresurado, caminaba por las gradas que conectan con la doble curva de la Avenida del Parque de los Monos, fue interceptado por dos cleferos.

Los indigentes vieron que hablaba por su teléfono celular y, no conformes con habérselo arrebatado, le clavaron una puñalada en un costado y lo dejaron tirado.

Gabriel logró incorporarse y, malherido, intentó tomar un taxi, pero nadie quiso levantarlo porque se tambaleaba y lo confundían con un ebrio. Sangrando, caminó como 300 metros, hasta llegar a la calle que está detrás de la universidad y allí fue socorrido por dos jóvenes que lo llevaron a un centro de atención médica que está a tres cuadras del lugar.

Cuando los médicos lo operaron, el interior de su cuerpo estaba prácticamente inundado de sangre. El cuchillo había perforado su hígado y sus intestinos.

El delicado cuadro derivó en el paro cardiaco, pero el corazón de Gabriel se resistió a quedar inerte y volvió a latir. No obstante, el incidente ya había dañado su corteza cerebral, la había golpeado de tal manera que Gabriel volvió a ser prácticamente un bebé.

Los médicos, tanto en Bolivia como en Argentina, habían pedido a sus padres resignación, pero no sabían de lo que este muchacho era capaz de hacer.

Gabriel volvió a casa en brazos y allí comenzó la mayor batalla de su vida. Tuvo que volver a aprender a caminar, a hablar, a comer. “Amarrar las correas de sus zapatos, levantar una cuchara, todo era nuevo para él”, recuerda su madre.

SUEÑOS Pero Gabriel hizo en tres años lo que los médicos creyeron que no haría en lo que le quedaba de vida. Y hace poco más de dos semanas cumplió su segundo sueño, presentó “A corazón abierto”, su libro de poesía.

El primero era plantar un árbol, “pero eso ya lo hice en la premilitar”, recuerda, con una amplia sonrisa, que se repite cada vez que habla de sus logros o de las cosas que ama en la vida.

Gabriel vence obstáculos todos los días. Si bien aún está reaprendiendo a leer y escribir, ése no fue obstáculo para lograr su segundo sueño. El libro que entregó incluye poesías que escribió antes del asalto y otras que recientemente dictó para que las escribieran.

“Quiero comprarme una grabadora porque a veces me viene la inspiración y al ratito me olvido, porque si no ya habría haaaartos libros”, dice y remata la frase, como es una característica en él, con una carcajada.

Sobre su tercer sueño, habla con la madurez que muchos jóvenes no logran a los 22 años. “Mi sueño era escribir un libro, y ahí está, luego plantar un árbol y eso lo hice en la premilitar y ahora tener un hijo… pero todavía no. Eso después, aún soy joven”.
Gabriel dedica todo su tiempo a recuperar lo que esa puñalada le hizo olvidar, aunque sobre el incidente prefiere que quede en la amnesia. “Ya los he perdonado, ahora hay que seguir adelante”.

Asiste a dos centros de ayuda, uno de rehabilitación, para recuperar la movilidad plena de sus manos y otro de aprendizaje de lectura y escritura que funciona con un método japonés y que le ha dado muy buenos resultados.

“Lo que quiero es volver a la universidad a estudiar literatura, es lo que más anhelo”, dice.

Por ahora suple sus debilidades con ayuda de sus familiares y, cuando se inspira, busca que alguien escriba sus poesías. Pero hay algo que le preocupa aun más.

Gabriel anhela que su historia no quede como una más de las miles que se pierden en los reportes policiales, desea que los jóvenes aprendan de su experiencia.

“Les recomendaría no hablar por celular mientras estén caminando, porque eso me pasó. Hay que cuidarse. No quisiera que a nadie le ocurra lo que me pasó a mí, ha sido una etapa muy horrible de mi vida. Estaba mal, incluso quería morirme, me sentía pésimo. Aprendes tantas cosas y de la nada todo se me borró, fue un poco frustrante....” Es el único momento durante la entrevista en que cambia su expresión y está a punto de derramar una lágrima, pero de inmediato regresa su fortaleza: “Fue una etapa muy difícil, pero la vida sigue y, además, soy joven, tengo toda la vida por delante”.

HOMBRE Y es que el tamaño de un hombre se mide por el tamaño de los obstáculos que supera y Gabriel, con su complexión fina y delgada, tiene una robustez de espíritu que hace honor al significado de su nombre: el que tiene la fuerza de Dios. Y así lo expresa en una de sus poesías publicadas.

“Señor... gracias por regresar dividido en el mundo y estar en cada persona transformado Tal vez en cualidad, valor, o en una buena idea. Gracias, Señor... por ocultar la belleza tras la fealdad. Para que sepamos encontrarla. Gracias Señor, inclusive... Por poner el mal en mi camino Y darme la oportunidad de elegir. Gracias”.

Por ahora, no deja de pensar en sus metas. “Tengo que volver a la universidad. Además, quiero viajar, quiero irme en un tour por Bolivia. Hay tantas cosas lindas que no conozco, que una vez que trabaje voy a conocer el país. Es uno de mis sueños también”.

Al final de la entrevista, Gabriel pide unos minutos para hacer una acotación y reitera su mensaje para los jóvenes: “Hay que cuidarse y no ir por lugares vacíos. Hay personas malas”.

EXTRACTOS DE SUS POESÍAS

“Hoy dejaré de preocuparme por el mañana
Y dejaré de culparme por el ayer
Sólo quiero vivir un hoy libre de sueños y anécdotas
Hoy dejaré mis libertades aburridas
Para divertirme en un partido de fútbol
Por un día dejaré mis sueños de cambiar el mundo
Y lo disfrutaré así como es”.

“Puedo compararte con el sol y las estrellas
Pero eso sería degradarte frente a ellos,
Porque no son capaces de producir más luz que tu sonrisa.
Puedo compararte con la vasta belleza de la luna
Pero eso sería injusto
Porque no hay nada que inspire más que tus ojos.
Puedo compararte con la más bella sinfonía jamás tocada
Pero tal cosa sería sumarle puntos a la música
Porque no existe sonido más hermoso que tu risa.
Puedo compararte con el suave y delicado pétalo de una rosa
Pero tal comparación estaría desequilibrada
Porque sus cualidades son poco al sentir tu piel.
Si quieres, puedo compararte con el universo entero
Y con cada una de las cosas que lo componen
Para que al final entiendas
Que para mí no hay nada más grande y bello que tú.

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