martes, 28 de septiembre de 2010

El Banco del libro atiende al público en precarios condiciones

Patrimonio: Este centro, dependiente del Ministerio de Culturas, tiene alrededor de 6.000 libros aún sin catalogar.

En un recorrido por los ambientes del Banco del Libro, un triste dejo de descuido invade los sentidos en tanto uno se adentra más y más en el recinto. A esta instalación la alberga una casa vieja y derruida, con portones gigantes que exhiben lo que alguna vez fueron los vitrales de una linda casa colonial que ahora, rotos y deslucidos, son mudos testigos del descuido del lugar.

El también llamado Repositorio Nacional fue creado en 1975, conforme al artículo 191 de la Constitución Política de 1967, según el cual “el Estado organizará un registro de la riqueza artística histórica, religiosa y documental, proveerá a su custodia y atenderá a su conservación”. Es decir, todos los textos, gráficos, material sonoro, audiovisual y electrónico producidos en Bolivia, tanto del sector público como del privado, deben estar aquí. Y no sólo eso, sino que la ley dispone “recogerlo, organizarlo, preservarlo, servirlo y difundirlo a través de su registro”.

De acuerdo con Armando Gutiérrez, responsable del área Bibliotecas del Banco del Libro, además de los 15.000 volúmenes de textos, hay una base de datos, que aún no está habilitada al público, con alrededor de 6.000 libros nuevos que se han introducido. “Después va a ser posible para los usuarios acceder a la base de datos desde diferentes computadoras”, afirma él.

El Banco del Libro depende del Viceministerio de Interculturalidad. “Hay filiales en todo el país, unas 130, en provincias y fronteras”, explica Gutiérrez.

La persona que quiere acceder a un libro no necesita llenar ninguna boleta, simplemente se acerca al encargado y le es otorgado el material. Los textos más solicitados son los escolares, la literatura y los de historia, según Gutiérrez.

El banco cuenta con una pequeña sala de lectura. Arriba, una hemeroteca contiene periódicos desde 1974. Reynaldo Vilela, encargado de ésta hace apenas un mes, cuenta: “Lastimosamente no tenemos mucho espacio (…) quisiéramos tener más apoyo para proteger esto que es un verdadero tesoro”. Una de las falencias más notorias es que aún no hay un banco de datos para la hemeroteca. “Pero ya va a haber una”, confía Vilela, a la espera del apoyo del Gobierno.

Pero el Banco del Libro también tiene un espacio reservado para películas de 16 milímetros y discos de vinilo, imposibles de ser exhibidos por falta de reproductores especiales.

Las condiciones son precarias, pero aun así no falta quien recorre estos dominios para alimentar conocimientos, al viejo estilo de un buen libro empolvado.


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