lunes, 23 de mayo de 2016

Juana, la historia detrás de la leyenda



“En el caso de Juana Azurduy (o Asurdui, en euskera) la leyenda se alimentó tanto de la literatura romántica como de la historiografía, curiosamente, positivista”, escribe Máximo Pacheco, historiador y novelista, autor del prólogo del libro Juana Asurdui de Padilla (1780-1862): La historia detrás de la leyenda, de Norberto Benjamín Torres, que se presentó el miércoles en la Casa de la Libertad.

No hay héroes sin leyenda. Esta afirmación, creo, está fuera de toda duda. Porque los héroes son construcciones que parten de lo humano y van a lo sobrehumano. La historia en cambio es “humana, demasiado humana” como dijera el filósofo. Y la leyenda, por lo tanto, está fuera de las manos de los historiadores. A menos que alguno se atreva a hacer historia de la leyenda de… (en este caso: Juana Azurduy). Pero las leyendas son construcciones sociales y no individuales, y se alimentan de producciones individuales, para crear un producto anónimo que, como una bola de nieve, va creciendo y creciendo sin control y por tanto son intrínsecamente inasibles.

En el caso de Juana Azurduy (o Asurdui, en euskera) la leyenda se alimentó tanto de la literatura romántica como de la historiografía, curiosamente, positivista. De la obra de Bartolomé Mitre, Historia de Belgrano (1857), sacó Lindaura Anzoátegui la información histórica que usó en sus novelas Huallparrimachi (1893), En el año 1815 (1894) y Manuel Asencio Padilla (1896).

Otros historiadores anteriores a Mitre, involucrados personalmente en la guerra de independencia, habían mencionado a doña Juana, entre ellos Manuel Sánchez de Velasco en su obra Memorias para la historia de Bolivia desde el año 1808 (1848) o el español Andrés García Camba en Memorias para la historia de las armas españolas en el Perú (1846). En 1871, Samuel Velasco Flor, el historiador potosino, publicó una breve biografía de Juana Azurduy en su obra Vida de bolivianos célebres.

Otro punto alto en la historiografía de Juana es la obra de Joaquín Gantier titulada Doña Juana Azurduy de Padilla. Esta obra, publicada por primera vez en Argentina el año 1946, tuvo una amplia difusión y aun hoy es el texto biográfico más conocido del personaje que nos ocupa.

Don Joaquín incluye en su texto algunas variantes a las informaciones de sus predecesores. Transcribe una partida de nacimiento que se encontró en la parroquia de Santo Domingo, cuando por iniciativa del canónigo Néstor Sandi se hizo una pesquisa en las partidas de la ciudad de Sucre. La Juana que encontraron se llamaba Juana Asurdui Bermúdez (su madre en este caso se llamaba Eulalia, la de Velasco Flor, Petrona) y había nacido en 1780.

Incluye también otros datos: vincula a Juana con los Asurdui y Otálora, adelantándose de esta forma a las deducciones de Juan José Leñero. Incluye además la partida de defunción. En lo demás, sigue básicamente a Mitre y a Ramallo, considera que Juana va al convento (que él supone es el de Santa Teresa aunque afirma no haber encontrado ninguna documentación al respecto). La partida de nacimiento y la vida conventual le dan cuerda para hojas y hojas de un relato apasionado. Quizás esa es la verdadera virtud de la obra de don Joaquín: el brillante tratamiento literario del tema, partiendo de unos cuantos datos obtenidos de los historiadores y otros pocos (en algún caso como el de la partida de bautismo, errados) de fuentes primarias. Su valor es, por tanto, más literario que histórico.

A partir de la obra de Gantier, durante todo lo que restó del siglo XX, los biógrafos de Juana que le sucedieron, utilizaron la información que él proporcionó en este texto, varias veces reeditado. Berta Wexler, Jorge Querejazu y muchos otros, repitieron lo que Gantier había dicho.

El libro de Torres
Pero la labor de don Joaquín no se limitó a este libro. Ofreció conferencias, escribió artículos y pronunció discursos y, en julio de 1980, organizó un extenso programa de festejos conmemorando el bicentenario del natalicio de Juana Azurduy de Padilla; aunque para entonces, como nos informa Norberto Benjamín Torres en la introducción a su obra Juana Asurdui de Padilla (1780-1862): La historia detrás de la leyenda, sabía ya que la Juana que nació ese día no era la guerrillera ni la esposa de Padilla. Por lo visto, pudo más su espíritu cívico que su vocación de historiador.

Ya en el siglo XXI, varios historiadores empezaron a interesarse por revisar la documentación relativa a la vida de doña Juana (Hugo Canedo, Fernando Suárez, Juan José Leñero, William Lofstrom, Mario Castro, por mencionar algunos). Siguiendo la senda abierta por ellos, Norberto Benjamín Torres nos ofrece esta biografía documentada, la más completa que se haya escrito hasta el momento.

Este libro contiene muchísima información nueva sobre Juana Asurdui Llanos. Recopilando datos obtenidos por otros investigadores, como ser la partida de matrimonio que ubicara en Moromoro el investigador Hugo Canedo (aunque ya la conocían Gantier y Valentín Manzano) y a partir de la cual se puede saber con certeza cuál era el apellido materno de la heroína, Torres decidió separar la paja del trigo (es decir lo legendario de lo histórico) y emprendió la larga, incierta y solitaria tarea de revisar cientos de folios en busca de la partida de bautismo de Juana. La encontró finalmente entre las de San Pedro de Montalbán de Tarabuco, haciendo un gran aporte historiográfico al tema en cuestión.

A partir de este documento y haciendo acopio de todos los datos obtenidos por otros historiadores a los que ha añadido muchos más recogidos por él mismo, Torres ha reconstruido minuciosa, metódica y cuidadosamente la vida de Juana Asurdui Llanos a partir, exclusivamente, de fuentes primarias.

Sabemos también, por la información que recopila, dónde nació, cuándo y dónde se bautizó, cuándo y dónde se casó con Manuel Asencio Padilla y, además, otras minucias que por lo general los historiadores dejaban de lado, como por ejemplo quiénes fueron los padrinos de su matrimonio o en qué matrimonios participaron los integrantes de la pareja como testigos.

El informe de Padilla
Para la parte relativa a la participación de Juana en la guerra de guerrillas, el autor se basa sobre todo en información fidedigna de una fuente de primerísima mano: “Sobre los méritos y servicios del Teniente Coronel Don Manuel Asencio Padilla”, el informe escrito por su esposo y en datos provenientes de la correspondencia, con Arenales o la de Belgrano con Pueyrredón, entre otras fuentes.

Cita también, el autor, todos los documentos conocidos hasta el momento, que fueron producidos por Juana Asurdui durante su estadía en Tucumán y Salta, para pasar luego a considerar el tema de su retorno a Chuquisaca.

Los años posteriores a su regreso ocupan un gran espacio de esta biografía. Por la documentación pública que produjo Juana Asurdui o su círculo más cercano en los 37 años que vivió en ese periodo en la ciudad de Sucre o sus cercanías, conocemos hoy la intensa actividad que desarrolló, sobre todo en la administración de propiedades rurales (varias de las informaciones proceden de fuentes judiciales y por lo tanto están llenas de detalles interesantes y curiosos que prefiero no arrebatarle al lector).

Su vida con posterioridad a la independencia no estuvo exenta de dificultades. Hasta los últimos momentos de su vida tuvo que participar en varios juicios, sufrió agresiones y pasó por dificultades económicas hasta sus postreros días. Estos capítulos del libro de Torres nos muestran a una Juana más humana que aquella a que nos tiene acostumbrados la leyenda. Siempre activa, vendiendo y comprando propiedades, dedicada a la labranza, acosada por las deudas, compareciendo en los estrados judiciales, casi ciega, con problemas con su propia hija por la venta de una de sus haciendas, en fin, una persona común y corriente; aunque de una gran vitalidad, considerando sus años.

Debemos agradecer a Norberto Benjamín Torres por este libro. Ya era hora de que alguien asumiese la tarea de elaborar una biografía de Juana Asurdui, basada en los resultados de todas las investigaciones que se han realizado sobre ella en los últimos tiempos y de las que ha sido él también fue partícipe. Su empeño y su inclaudicable vocación de historiador nos han acostumbrado ya a los interesados en la historia de Bolivia a esperar el fruto de sus pesquisas en los archivos para actualizar y revisar muchos de nuestros conocimientos.

En este caso, su labor va más allá e involucra no solo a los historiadores académicos, interesa a todo el país, que merecía conocer más acerca de Juana Asurdui Llanos, su heroína. La leyenda de Juana Azurduy de Padilla seguirá y crecerá (como debe ser) y la historia de Juana Asurdui Llanos, gracias a este trabajo de Torres, pasará también, algún día, a formar parte consustancial, creo yo, de esa leyenda.

* Bibliotecario – Casa de la Libertad


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