domingo, 6 de abril de 2014

Mirada: los niños, los jóvenes y la libertad de la literatura

El 2 de abril se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Literatura Infantil y Juvenil, en honor a la fecha de nacimiento del gran escritor danés Hans Christian Andersen, creador de historias clásicas para niños como El patito feo, La sirenita o El traje nuevo del emperador.
En Bolivia hubo festejos por este día en todos los departamentos, en los que se programaron lecturas en bibliotecas y colegios, con la compañía en algunos casos de escritores reconocidos en este campo.

Dar el ejemplo
La fecha fue aprovechada por Brújula para consultar a autores nacionales sobre las maneras de inculcar el hábito de la lectura a los niños, qué errores se cometen al momento de proceder con esto y cómo debe enfocarse el trabajo del escritor cuando se trata de narrar una historia para esta clase de público.

Un punto en el que todos los escritores entrevistados hicieron hincapié es en el de profesar con el ejemplo. Es más fácil que los hijos lean algo si ven que sus padres también lo hacen. “Es necesario que los padres cada cierto tiempo lean fragmentos de texto a toda la familia”, sugiere Gaby Vallejo, autora de una decena de libros de cuentos infantiles.

Puede ser cuentos, o alguna noticia de un periódico, añade la autora de Hijo de opa, de esta manera los niños sabrán poco a poco que existe un mundo diferente del hablado.
Vallejo menciona que es importante saber seleccionar los libros. No se debe cometer el error de darles textos con contenidos escolares. “Los padres no deben escoger libros de matemáticas, de ciencias sociales, de cívica o de historia, sino libros que despierten su imaginación, su emoción, con sorpresas”, indica Vallejo.

De la misma manera piensa la escritora y sicopedagoga María Julia Sueldo. Para ella, el arte de la lectura más que enseñarse, se tiene que dar el ejemplo.
María Julia cree que por eso muchos chicos cuando les toca iniciar la escuela no tienen esa motivación para leer, algo que en sus casas rara vez vio que hicieran.

Sueldo señaló que hay que tener especial cuidado en este aspecto, ya que no todos los niños pueden adquirir el hábito de la lectura. “Unos lo van a adquirir con facilidad y otros no tanto, y eso está bien. Igual que no a todos nos gusta mirar un partido de fútbol”, explicó.

“Pretendemos que el hábito de la lectura guste cuando lo que generalmente se hace en los colegios es obligarlos a leer un libro que estableció el docente y hacerles cualquier pregunta sobre esto. Lo que hace que cualquier placer se vuelva un fastidio”, recalcó Sueldo.

Róger Otero, autor de dos exitosas novelas juveniles, Bullying y Lo bonito de ser feos, cree que no es productivo que sigan proponiendo en los currículos escolares obras como La niña de sus ojos, de Antonio Díaz Villamil, La chaskañawi, de Carlos Medinaceli, o Socavones de angustia, de Fernando Ramírez, no porque sean malas, que no lo son, asegura. “Si bien esos libros han trascendido en el tiempo, no son libros juveniles propiamente dicho. Falta una literatura que sea escrita y pensada para los jóvenes”, comenta Otero.

Que los niños escojan
Los consultados creen que es muy importante darles la oportunidad a los niños y adolescentes de que escojan sus propios títulos. “No hay que ser arbitrario al momento de decirle al hijo o a los estudiantes qué obras se tienen que leer”, enfatiza Otero.

“Si un niño quiere leer caricaturas que lo haga, si quiere un cuento, también, o una revista; hay que aceptar que hay diversidad de gustos, tiempos y momentos. No todos podemos leer la misma historia a la vez”, dijo Maria Julia Sueldo, ganadora en 2007 del Concurso Nacional de Literatura con un libro de cuentos infantiles.

Pensar como un niño

La escritora Angélica Guzmán comentó que durante mucho tiempo, a partir de la intervención de la Iglesia en las ciencias durante la Edad Media, se pensó que la literatura infantil debía tener un contenido didáctico, en el que se instruía moralmente al niño, pero desde hace más de 30 años este concepto ha cambiado.

“La literatura infantil debe escribirse pensando en el niño, primero entendiendo su edad y su lenguaje y a partir de ahí hablar de sus sentimientos, su forma de ser y de pensar, y toda esa gama de imaginación que tiene. Pero no decirle que si se porta mal se lo llevará el ‘coco’”, expresa Guzmán.

“La literatura no tiene que enseñar nada, ese es uno de los grandes errores que cometen los padres y los maestros. La literatura es un espacio riquísimo e intenso para disfrutar”, expresó Vallejo.

“El autor debe pensar como un niño, para poder darle el toque de emoción y de sentimiento que los niños buscan, y por sobre todas las cosas sus textos no tienen que ser moralistas, porque los niños no son tontos”, afirmó Julia Sueldo.

En tanto, Biyú Suárez aclaró que si bien gracias a la literatura los infantes pueden aprender a leer, a escribir, a hablar, no debe considerarse como algo pedagógico. “Yo cuando escribo quiero mostrar felicidad, la alegría de un escritor por contarles cosas a los niños”, dijo Suárez

OPINIÓN

No vamos a recuperar lo que teníamos antes de la tecnología
Isabel Mesa Gisbert - Escritora y Educadora

Creo que ahora más que nunca, los padres de familia y, sobre todo, los maestros están haciendo un gran esfuerzo para que los niños puedan volver al hábito de la lectura. Creo que nunca vamos a recuperar lo que teníamos antes de que existan los medios tecnológicos, como la computación y los videojuegos. A mi modo de ver, lo ideal es convivir con ello y darle un tiempo a lo que es la tecnología y darle otro a lo que es la lectura.

En toda mi carrera como educadora que tengo he conocido chicos que leen durante toda su vida, otros que la dejan en periOdos como la adolescencia y la retoman después cuando son adultos.

Padres y maestros son importantes al momento de inculcar el hábito de la lectura, ellos deben dar el ejemplo, en especial cuando los niños son muy pequeños, ya que ellos son imitadores de estas acciones. Tratar de enseñar a un adolescente a leer cuando no ha tenido una costumbre así con anterioridad es mucho más difícil.

Es muy importante que el maestro conozcA los libros que entregará a sus alumnos, deben ser libros que realmente despierten la lectura. No deben dejarse llevar por las sugerencias de las editoriales. Sobre todo los primeros años deben ser escogidos con cuidado.

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