Urrelo es una de las voces más importantes de la literatura boliviana actual. Acaba de presentar su nuevo libro, Chicuelo dice, en el que reúne las columnas que escribió para el suplemento Letra siete. El libro editado por ElCuervo estará en las librerías cruceñas en pocos días más
El escritor presentó ayer en la Feria Internacional del Libro de La Paz su nuevo libro, en el que reúne las columnas que escribió en el suplemento literario Letra siete, del diario Página Siete.
El autor de Hablar con los perros incluye para esta publicación, editada por El Cuervo, textos inéditos y en esta entrevista analiza la situación del periodismo boliviano y opina acerca de los columnistas que actualmente escriben en los medios nacionales.
Sin pelos en la lengua se muestra crítico del poco espacio que se la da a la cultura e indica en Bolivia no se le da importancia a la construcción de una memoria y de la necesidad de resguardarla.
Eso y más cuenta a EL DEBER el ingenioso escritor.
¿ Cómo empezaste la escritura de estas columnas y qué te pareció el proyecto durante el tiempo que lo hiciste?
Al principio lo tomé como un ejercicio y así apareció un estilo propio (no inaugural, ojo, digamos que con cierta marca mía). Y de ahí salieron los personajes como la Florecita Rockera, la Ovejita Literaria, el pequeño niño blasfemo etc. Pues fue una gran experiencia. No solo pensaba “y ahora qué voy a escribir este mes” sino que estaba pensando qué foto iba a sacar y cómo iba a arrancar la primera frase. De hecho, hacía una especie de trampa a lo Hemingway: escribía esa primera frase y no volvía a ella luego de un par de semanas. El suplemento en el que las publicaste, Letra Siete, ya no existe
¿Cómo ves el tema del espacio cultural en los periódicos y qué tan importante creés que son en estas épocas tan cibernéticas?
Mirá que vengo de una generación en la que sólo nos informábamos mediante el periódico. De hecho, todo lo que sabía de literatura en los 80 y 90 del siglo pasado se lo debía a los suplementos culturales de aquellos años. No había internet, obvio, y esa era la única forma de conocer qué estaba pasando en el país y en otros lugares o qué libros (siempre caros) habían llegado a las librerías. Teniendo en cuenta lo anterior, creo que es una gran pérdida. Y encima está la actitud francamente tibia (no hay nada peor que eso) de los altos mandos de Página Siete: o estás comprometido con la cultura o no lo estás, es así de simple, y evidentemente este periódico no lo está. En Bolivia no nos damos cuenta de eso, de lo importante que es construir una memoria y resguardarla.
¿Sabes qué salvó Juárez cuando la invasión imperial?
No salvó el oro o el dinero. Salvó el Archivo General de la Nación. Recorrió todo México (mientras los invasores ganaban terreno) en carretas tiradas por bueyes. En otras palabras, él sabía que la cultura, los escritos y todo eso eran muy importantes para un país, que ahí, en la memoria, estaba la verdadera riqueza. Si no hay hechos (hechos en serio, no las burreras que los periódicos siempre dicen con relación a este tema), sino no apoyan (odio esta palabra, pues suena a limosna, y a lo mejor sí lo es), si no hacen cultura es mejor que se queden callados o que digan que ese espacio no les importa, que no hay plata y listo.
¿Qué te permiten estos textos que la ficción no? Y bueno, ¿Cuánto de ficción hay en las columnas de El Chicuelo dice ?
En esas columnas hay cosas que jamás habría escrito. Es lo más personal y autobiográfico que escribí hasta ahora, sobre todo en las últimas: la muerte de mi papá, la tristeza de mi mamá, la muñeca satánica, el cierre de mi colegio, etc., es como un striptease en serio. En las columnas de El Chicuelo dice hay un grado de autobiografía muy grande y por lo tanto espantoso.
¿Hay columnistas bolivianos que destaqués y que sigás siempre?
Pues no, tal vez por ahí a la (María) Galindo, sin embargo creo que el problema de ella es que practica un feminismo políticamente correcto: Todo lo que dice está bien, y todos los demás van por la senda equivocada, y para colmo de males es más solemne que una lápida. No se ríe de ella misma, o de su movimiento, por eso es políticamente correcta. A veces tiene grandes cosas, sin duda, por ejemplo la columna que escribió sobre Jaime Iturri, esa es memorable. Pero lamentablemente en general sus columnas siempre te dicen lo mismo.
Creo que tenemos una pobreza enorme en este sentido. La gente que escribe columnas le tiene miedo a todo, tiene miedo a pensar, a decir lo que creen, y caen en la corrección. En alguna columna de allá por 1940, (Augusto) Céspedes llama a un diputado “Equino No Ilustrado”. Si ahora dices eso te acusan injustamente de racista. O si escribes “la chola me dio un abrazo” ya fuiste, al tiro te acusan de racismo. Ahora se escribe así: “la mujer de polleras me dio un abrazo”. Eso es triste y alarmante.
¿Agregaste otros textos más a los ya publicados antes? ¿Cómo fue ese trabajo? Porque los de Letra Siete eran un poco coyunturales ¿Cómo escogiste los temas para las inéditas?
En realidad los textos coyunturales son muy pocos (esa coyuntura tenía que ser muy fuerte para escribir sobre ella, por ejemplo, cuando llegó Bergoglio o cuando hubo la sequía acá en La Paz.
Los textos inéditos fueron saliendo como iban saliendo al momento de escribir para Letra Siete: de pronto se me ocurría un tema, escribía la primera frase y la dejaba dormir y luego de un par de semanas la escribía.
¿Los textos de El Chicuelo dice son bastante cómicos y provocadores ¿Vos sos de la idea de que la literatura y el periodismo boliviano siguen siendo solemnes?
Sí. Y creo que hay que aprender a reírse de uno mismo, de tus desgracias, de tus limitaciones (sobre todo), esto último es un gran ejercicio y además es un crecimiento personal. La ausencia de humor, más la enorme ignorancia que sufren los periodistas y las periodistas en general en este país, ha matado un par de generaciones. Mirá que antes teníamos a un Chueco Céspedes o, no sé, al buen Tito de la Viña y era gente leída, no recurrían a Wikipedia cuando no sabían algo porque dentro de su vida diaria la lectura cumplía un papel relevante. Si haces una encuesta entre la gente que se dedica al periodismo y le preguntas qué leyeron en los últimos meses te vas a llevar una sorpresa enorme. A eso se le llama autoformación. Y esta palabra no existe en el diccionario del periodismo boliviano (de todos, el periodismo deportivo es el peor, y mucho más el televisivo: hablan como gauchos, se visten como gauchos y la cagan como los gauchos. ¿Habrá algo más pervertido que eso?).
¿En qué proyecto literario estás trabajando actualmente?
Tengo estancada una novela, digamos, grande por la cantidad de páginas y por esa necesidad un poco estúpida de abarcarlo todo. Y por ahí me estoy animando a escribir algo más corto e íntimo. Algo, un novelín para terminar de pelearme con la familia materna y romper relaciones para siempre. Eso es saludable. Recontra saludable. Creo que lo haré. Despacio, sin necesidad de correr. Pero solo es, hasta el momento, un proyecto. Veremos qué dice el tiempo.
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