domingo, 27 de agosto de 2017

Alex Ayala Ugarte: “Una buena historia casi nunca está a la vista”


Álex Ayala, no cabe duda, es uno de los periodistas que mejor ha sabido explorar y narrar los mundos íntimos de personajes, lugares y costumbres de todo Bolivia. Donde para otros hay una simple anécdota o curiosidad, para Ayala puede haber una historia que desvela algún aspecto de la condición humana. En sus dos primeros libros Los mercaderes del Che y La vida de las cosas lo demostró, pero es en su más reciente trabajo, Rigor Mortis, lo confirma.
Es precisamente este último trabajo, ganador de la beca Michael Jacobs para periodistas de viajes, el que presentará Ayala hoy, a las 20:00, en la librería Trapezio (barrio Guapay, Equipetrol, calle: Alejandro Ramírez # 14).

Rigor Mortis fue lanzado a fines del año pasado y fue elegido como el libro con el mejor diseño de la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra. Conversamos con el periodista acerca de su más reciente trabajo y de la experiencia de ser periodista independiente.

¿Cómo resumirías la vida pública que ha tenido hasta ahora Rigor Mortis? ¿Qué devoluciones has tenido de los lectores?
El mayor placer para mí es haber podido trasladar un mundo íntimo —el de la muerte— a las habitaciones de lectores desconocidos que seguro han perdido en algún momento a un ser querido. Creo que lo bueno del libro es que es bastante ecléctico. Y ha hecho que muchos se identifiquen con sus historias.
El antropólogo y lingüista Xavier Albó dijo en una de sus columnas de opinión que conocía casi todos los lugares de las 16 historias de Rigor Mortis. “Pero nunca habría descubierto sus relatos".

¿Crees que eso es por el interés tuyo por descubrir historias ocultas y personajes singulares?
Uno de los retos que me pongo siempre como periodista es hallar en la singularidad algo que merezca la pena ser contado, algo que tenga que ver con la condición humana o con una manera de entender el mundo. A veces, mis aproximaciones son con relativo éxito y otras, quizás, un fracaso absoluto. Pero siempre acabo aprendiendo algo. Y casi siempre me atrevo a tomar ciertos riesgos. Una buena historia casi nunca está a la vista. Hay que escarbar hasta dar con ella. Y para mí esa es la parte más divertida del proceso.

En el mismo comentario Albó sugiere que le hubiera gustado que desarrolles una crónica 17 acerca de las ‘ñatitas’ o ‘riwutu’ de las que se hacen varias alusiones en el libro. ¿Pensaste en escribir algo acerca del tema o crees que ya se ha escrito bastante de ellas?.
En mi primer libro ya había incluido un texto que hablaba sobre las ñatitas y no quería repetirlo en Rigor Mortis.

En alguna entrevista dijiste que Rigor Mortis tendría 23 textos que responderían a una pregunta concreta. Al final publicaste 16. ¿Las restantes fueron historias sin respuestas?
Escribí unas 20 historias, pero descarté varias para el libro porque me parecían que no estaban redondas o porque no acababan de cuajar con el espíritu del libro, que trata de aproximarse a la muerte a través de lo cotidiano. Seleccionar creo que fue un acto inteligente de mi parte.

Hablando de vida y muertes, ¿se puede sobrevivir como periodista freelance en un país como Bolivia?
No es fácil. A mí me da pena, por ejemplo, escribir poco para medios de Bolivia. Si por mí fuera, escribiría más para medios de acá, pero uno no puede cobrar Bs 200, 300 o 500 por un texto en el que a lo mejor has invertido dos o tres semanas de reportería. Quizás suene fuerte decirlo, pero para mí, en estos momentos, los periodistas tienen un claro enemigo: las malas condiciones de trabajo. Estoy hablando en general. Soy consciente de que hay medios que pagan lo que es justo, pero son muy pocos. Yo, por ahora, como freelance sobrevivo. Mañana quién sabe. El ‘freelanceo’ te da algo que no te da un puesto fijo en un medio: un poquito más de independencia. Pero un freelance no deja de ser un suicida en algunos momentos.

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