Sueño. ¿Y en el Sueño?, Amanda comenta: “Dormidas para siempre las dulces ilusiones”.
Maestra por esencia, escribe versos pedagógicos a sus niños amados, los nietos del corazón: Lucía Mercedes y Violeta Isabel.
Un capítulo de trabajo está dedicado a su tierra natal, Cochabamba en el Bicentenario y en su homenaje pinta en brillantes composiciones versos coloridos a las provincias vallunas, los decora con pinceles cargados de esmalte bruñido, plenos de luz.
De la más pura reflexión poética, semejante a la sonetista Sara María Vásquez, Amanda juega con los vocablos e ingresa a la cocina para repetir: “La cocina es lo más humano en el arte”.
Entre ollas y cebollas, describe el quehacer femenino, la magia de las cocciones, el arte del paladar regional exigente y refinado.
Un capítulo final está dedicado a los familiares que partieron apresurados.
Luis Jáuregui, Lucho compañero de los mejores años, sumamente estudioso e inteligente y sobre todo, bueno. Cuando médico, eminente cardiólogo, experimentado y sabio. Amanda lo añora con el mismo sentimiento con que el suscrito lo evoca, con amor y con nostalgia.
Otra misiva está dedicada al tío Rubén, ex combatiente, héroe del Chaco, personaje de Pocona; la intimidad del lenguaje conmueve y agrada ciertamente.
Y el homenaje póstumo al Dr. Ramiro Ramallo, eminente internista que conocimos y con quien trabajamos en el Hospital Obrero No. 2 de la CNS.
Fue un viajero de sereno andar, sacrificado y empeñoso médico, cargadas sus alforjas de virtudes y dolores, partió prematuramente.
Finalmente, brillan los refranes de la abuela, plenos de sabiduría, y experiencia existencial educativa.
El libro que presentamos es una joya más, distinguida entre los trabajos de nuestra querida poeta, doña Amanda Jáuregui de Costas; es un presente para la Unión de Poetas y escritores que la acoge con orgullo. Es un valorado esfuerzo en el arte de la palabra y el sentimiento.
Felicidades, querida amiga.
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