domingo, 5 de octubre de 2014

La última hojeada dismo

Varias personas hojean las revistas National Geographic, Vanidades y Conozca Más. Mientras tanto, Teresa camina ajetreada de un lugar a otro para responder las consultas de los potenciales clientes. De repente, se detiene a un costado y mira hacia un lugar indeterminado de las pilas de textos, como queriendo recordar los buenos momentos que pasó junto a su familia en este local de la calle Comercio, de la ciudad de La Paz.
Afuera, tanto en las ventanas del negocio como en la puerta principal hay papeles pegados que dicen liquidación total; asimismo, en la parte superior del portón ya borraron el nombre de la tienda pues Dismo (Distribuidora Moderna) cerrará sus puertas este 15 de octubre tras 52 años de vigencia.
Teresa González, actual gerente de Dismo Limitada, cuenta que ella y sus hermanos representan a la tercera generación de la familia que maneja la distribución de revistas en la sede de gobierno. “Me encantaba estar en la tienda, cada semana salían las revistas Susy, Archi, Dartagnan; era como leer una telenovela. Por ejemplo, Kalimán se vendía muchísimo y eran series, se vendía un número por semana y la gente esperaba en la puerta para comprar y saber el siguiente capítulo”, cuenta.
Facundo González y su esposa Casilda Álvarez llegaron de Asturias (en el norte de España) a Buenos Aires (Argentina) en 1911. Durante su estadía en aquel país se casaron y Facundo inició la distribución de revistas europeas en aquella ciudad y también en el Perú.
Hacia 1925, los González se establecieron en Bolivia. Primero llegaron a Oruro, donde adquirieron el hotel Hispano Americano, y para 1946 incursionaron en el negocio de la venta de revistas a través de la Agencia Moderna, gracias al auge de la actividad minera en este departamento.
El 2 de octubre de 1962, González decidió abrir Dismo en La Paz, que continuó con la apertura de otras tiendas en las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz.
Durante su auge, las revistas que más compraban en La Paz eran Billiken, Vanidades, Selecciones, Muy Interesante; GeoMundo, Conozca más, Almanaque Mundial, Condorito, Mecánica Popular, Buen Hogar, Ideas, Fantomas, Lorenzo y Pepita, Juan Sin Miedo, El Gráfico, Susy… La lista es interminable.
Varios de esos ejemplares continúan en la actualidad confundidos entre los mostradores de los libros y revistas, mientras que otros se encuentran en cajas, a la espera de que alguno de los trabajadores los traslade a otro almacén.
“Siempre se vendieron más aquellas que traen artículos sobre salud, además de los de adivinación, horóscopo y ovnis. Son temas que a la gente le gusta leer”, dice Teresa, quien siguió la labor de su abuelo Facundo y de su padre Rodolfo González. “Durante la época navideña se sacaban todas las revistas y se vendían juguetes, nosotros los traíamos de España, Italia y Japón, eran juguetes lindos”, agrega.
“Todo el mundo conoce Dismo por los juguetes y por las revistas”, añade Jenny González, quien atiende detrás de un mostrador donde aún funciona una caja registradora de la década de los 60 y un aparato telefónico de la misma época.
Pero después de tantos años en que la gente se agolpaba en el local para comprar su revista preferida o el libro que estaba buscando o para adquirir aquel juguete navideño, la familia González decidió cerrar el negocio.
“Lo hemos decidido porque internet nos ha quitado mucha venta y tampoco se puede competir contra el contrabando. La editorial te exige un precio de venta de las revistas; en cambio, ellos no sé cómo hacen y las venden a un costo más bajo”, afirma Teresa. “La decisión está tomada, pues es una complicación mantener una revistería tan grande, la última distribuidora de revistas. Ahora las editoriales están en complicaciones porque ninguna empresa grande se quiere hacer cargo de la distribución de los ejemplares”.
Es difícil continuar porque “hay que pagar a la Cámara del Libro, a la Cámara de Comercio, Fundempresa, Alcaldía”, agrega Jenny, quien informa que desde hoy hasta el 15 Dismo atenderá a puertas cerradas con un remate total de su material.
“Vengo desde hace 20 años. Normalmente compraba revistas y literatura para mis hijos, porque en esa época ellos estaban saliendo del colegio”, dice Germán Reyes, quien adquiría las ediciones de National Geographic y Mecánica Popular.
“Siento pena porque uno siempre venía a comprar una revista, un libro. Leer estas revistas era hacer volar la imaginación”, comenta Elizabeth Ramallo, otra cliente asidua, quien aún suele comprar Vanidades, Condorito y algunas novelas.
En uno de los rincones de la tienda hay varios libros clásicos, entre éstos un ejemplar de Las mil y una noches, que recopila cuentos de Oriente Medio. Así también la familia González puede contar mil y una historias de todo el tiempo que la tienda Dismo estuvo abierta. Las narraciones sobre este local no cesarán, pero sí sus puertas. Para lamento de aquellos que ven la vida desde la lectura.

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