domingo, 11 de agosto de 2013
Verónica Delgadillo presenta su primer poemario ‘Las tejas de Job’
Era una niña de ocho años que tuvo en sus manos el libro Cuentos de la Selva del uruguayo Horacio Quiroga. ¡Qué clase de padre descorazonado permite que su hija, que no alcanzó la década de edad, lea a Quiroga! Pero resultó.
Resultó que la niña quiso escribir lo mismo que había en ese libro; colocó sus dedos diminutos en la máquina de hacer letras y copió -tal sublimes intenciones de ‘Pierre Menard’- lo mismo que estaba estampado en las hojas de papel con el nombre del autor de “La gallina degollada”.
“Taca Tica, aquí tienes otro libro”, le dijo Germán Delgadillo, su padre, poco tiempo después. En ése estaba “Dioses y gigantes” de Alejandro Casona, cuento que corrió la misma suerte de transcripción en ese peculiar entretenimiento infantil.
“Era mi juego”, asegura Verónica Delgadillo, autora de Las tejas de Job, para comentar que, ya en su adolescencia, ella buscaba los libros que su padre le ocultaba por considerarlos no indicados.
“Descubrí Las flores del mal de Boudelaire. Tres veces la ocultó y tres veces la encontré. ‘Te va a arruinar la vida’, me decía”, confiesa la actual poeta con una sonrisa evidente en medio de su acento camba.
Las tejas de Job es el libro que obtuvo una mención de honor en el Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal -el certamen más importante del género en Bolivia- 2012 (que fue declarado desierto justo en el primer año del concurso que le fue permitido al jurado tal atribución), junto a Tunupa, de Aldo Medinacelli.
“Yo escribo, o escribía, no para publicar, sino por necesidad. Supongo que después de esta publicación voy a tomar ‘más enserio’ este oficio”, asegura la poeta.
EL POEMARIO
Esta obra de Delgadillo, junto a la de Medinacelli, debía ser publicada por el Ministerio de Culturas y Plural, y no sucedió, lo que forzó a que esta producción sea financiada por medios propios.
El poeta boliviano Humberto Quino Márquez, quien realizó el prólogo del poemario, asevera que “Las tejas de Job nos sitúan en un destierro (el reino de la palabra como un escenario alterno), en el que cada instante fluye agónico, desgarrador, agudo, un monólogo que balbucea en el centro de una herida”.
“En el texto- continúa-, los versos nos remiten a muchas resonancias, algunas nombradas, otras invisibles en su contundencia (Pizarnik, verbigracia); mas, también señalan a la palabra como un menoscabo: una voz fracturada por la vida”.
Por su parte, Verónica Delgadillo cerciora que en el famoso texto de Job, tomado de la Biblia -y constantemente hurgado por la literatura- lo único que tenía este personaje en las manos eran las tejas para rascarse la sarna.
“Es un libro sobre desamparo. Con la vida, tu vida se llena de dolor, de abandono. La escritura es como esas tejas. Cada poema para mí es una teja”, subraya quien logró que en en los poemas del mencionado título la voz poética (en representación de la autora) se describa a sí misma como “un harem”: ella es un harem; dentro de sí habitan muchas mujeres. Y una mujer, en esta ocasión, trata sobre el desamparo, así como podría solazarse con cualquier otra temática.
El libro Las tejas de Job será presentado este jueves 15 en Café Cazaduende (calle Belisario Salinas, entre 6 de Agosto y 20 de Octubre). Tendrá los comentarios de Humberto Quino Márquez y contará con la música de Gabo Guzmán, desde las 20.00 horas.
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