La escritora Liliana Colanzi tiene a sus 33 años un currículum destacable. Estudió comunicación en la UPSA y realizó una maestría en la universidad inglesa de Cambridge.
Actualmente estudia Literatura Comparada en la Universidad de Cornell, en Ithaca (Estados Unidos). Sus relatos se incluyeron en varias antologías del cuento boliviano. Escribió para la revista Americas Quarterly y fue coeditora de Conductas erráticas. Primera antología boliviana de no-ficción.
¿En qué momento decidiste dedicarte a la literatura?
Después de acabar la maestría fue cuando me di cuenta de que iba en camino a seguir teniendo trabajos de oficina que me hacían increíblemente infeliz.
No fue una decisión fácil porque nadie en mi familia entendía lo que era una vocación artística y pensaban que lo mío acabaría en una especie de suicidio laboral. Jamás me arrepentí.
Hoy se leen artículos suyos en medios prestigiosos. ¿Cuánto te ha costado llegar a esto?
Me siento muy afortunada de que Vacaciones permanentes (su más reciente novela) se hubiera publicado en Argentina y España. Gracias a ello empecé a colaborar con muchos periódicos y revistas de Chile, Argentina, España y Estados Unidos, y a participar en varias antologías.
Como escritora y como boliviana ¿Cómo ves al país hoy?
Como una sociedad cambiante, un país cuyos cimientos ideológicos se están renovando en tiempo récord. Me tocó crecer en una época de mucho cinismo, viendo a la gente elegir a un dictador (Banzer), escuchando triunfar por todos lados un discurso racista, homofóbico, de darwinismo económico.
¿A qué le escribe?
Al lado fantástico de la realidad. A los freaks y a la gente dañada. Al continuo viaje, que es la percepción. A las pequeñas cosas que nos hacen miserables o felices.
¿Cuáles son sus convicciones y metas?
Parto de la convicción de que todo es inútil y nada tiene remedio, pero que hay que actuar como si no lo supiéramos. Mi meta es escribir para seguir viviendo en la conciencia de los demás.
¿Hubo algún boliviano que considera influyó en su éxito?
El delirio de Emeterio Villamil de Rada, que se atrevió a sugerir que el Edén estuvo en los Andes y que Adán y Eva fueron aymaras, y que se embarcó en muchos proyectos descabellados por todo el mundo. Me gusta el gesto visionario, loco, del que apuesta todas sus cartas a sueños desmesurados.
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