lunes, 14 de enero de 2013

Melita del Carpio

Melita del Carpio Soriano estudió de los cuatro a los 17 años interpretación poética con la declamadora nacional Sofía Soriano Badani. Su inclinación y vocación por el arte la llevó a convertirse en una de las actrices de teatro más importantes de Cochabamba desde la época de oro del teatro en esta ciudad, manteniéndose vigente hasta la actualidad. La última obra en la que participó como actriz y guionista es “El Baúl de Adela”.

También incursionó en el cine, de la mano de grandes producciones nacionales como Los Hermanos Cartagena y El Día que murió el silencio de Paolo Agazzi, El Corazón de Jesús de Marcos Loayza y Vidas Lejanas, entre otras.

En el ámbito artístico ha recibido distinciones nacionales e internacionales como el Premio a la Mejor actriz de reparto por el papel de Beatriz en “El Corazón de Jesús”, Mónaco International Film Festival 2004. Celebration of non violent films. (Festival del cine no violento, Mónaco), entre otros.

Melita del Carpio conversó con OH! sobre su carrera artística y su visión del teatro en Cochabamba.

OH!: ¿Cómo ha sido continuar su labor teatral en tiempos tan difíciles como en las dictaduras? ¿Qué anécdotas puede compartir sobre esa experiencia?

Fueron épocas muy duras no sólo para decir lo que sentíamos y pensábamos a través del arte, sino para sobrevivir como colectivos artísticos. La barbarie de la intolerancia ideológica arrasa siempre con todo lo hermoso que uno construye en años. Con todo, nos las arreglamos para gritar nuestra bronca desde el escenario con la temeridad que da la juventud. Ahora me sorprendo de todo lo que nos atrevimos a hacer en plena dictadura de García Meza. Con el Taller de Teatro-Danza hicimos teatro guerrilla con “La cantata de los derechos humanos”. La convocatoria al público por teléfono, en clave, presentábamos la obra en canchas deportivas que rodeábamos de fuego y luego a desbandarnos público y actores antes del toque de queda. La emoción del desbande era tan grande como la presentación de la obra.

OH!: ¿Teatro o cine? y ¿Qué nos puede contar de su incursión en el cine?

Teatro y cine. Ambos son terrenos que amo. Cada uno exige condiciones y técnicas distintas, hay necesidad de ubicar el tipo de trabajo actoral que cada uno necesita, pero en los dos está la actuación: vivir vidas que no son las mías del modo más auténtico posible. Es una manera de ganarle terreno a la muerte. Al principio no creí llegar al cine, prefería el teatro. Hoy me muevo con facilidad en ambos, valorando sus posibilidades. Sin embargo, la mejor manera de estar en forma para todo buen actor es seguir trabajando en el teatro.

Es el gran crisol, su exigencia es tremenda. En el cine debo mucho a los diferentes directores con los que he trabajado; cada uno de ellos me ha dado elementos significativos para comprender la diferencia entre el cine y el teatro en el campo de la interpretación actoral.

OH!: ¿Cómo ve la producción cinematográfica en Bolivia?

Es destacada y original, todavía es una artesanía (en sentido artístico) no una industria. Lo digital a veces ha hecho declinar los productos, pero es una oportunidad para que los buenos creadores la utilicen en alcanzar óptimos logros con bajos costos.

OH!: ¿Qué tal su vida sin la Normal Católica? y ¿qué piensa de ello?

Aún doy algunas clases de literatura para el último grupo antes de su cierre definitivo. Una verdadera infamia, de esas injusticias que ocurren en Bolivia. Otra vez la intolerancia ideológica y política por encima de las necesidades de los bolivianos. “El Baúl de Adela” ha sido en parte mi catarsis. La parte positiva es que estas circunstancias me han devuelto a la actividad artística con mayor fuerza. Quiero seguir trabajando por la educación desde el arte.

OH!: ¿Cómo ve el teatro actual vs. la época de oro del teatro en Cochabamba?

No veo la época de oro propiamente contrapuesta al teatro actual. Solamente como un momento excepcional del pasado de nuestro teatro con características muy conectadas a las de la época y a las del contexto de los 60 - 70. El teatro en ese momento se convirtió en el gran espacio de recreación, de encuentro social, artístico e intelectual. Se caracterizó por la convocatoria de muchas compañías al gran público. Tuvo algo que llenaba permanentemente las salas de teatro. El Teatro Achá era el gran espacio para esta actividad. Fue excepcional el apoyo de la prensa (recuerdo con especial gratitud a Don Carlos Canelas) y de los escritores de la época: Augusto Guzmán, Soledad Sardán, Virginia Aguirre de Ballivián, Julio de la Vega y otros, se mostraban totalmente comprometidos con el arte y apuntalaban los espectáculos mediante la crítica generalmente constructiva, pero no necesariamente laudatoria. Los adolescentes y jóvenes de esos años vimos mucho teatro y aprendimos a amarlo viendo y haciendo teatro. El resto del país miraba a Cochabamba como el centro de la actividad teatral en Bolivia.

OH!: ¿Cuáles cree que son hoy en día las características del teatro cochabambino?
El teatro en Cochabamba tiene hoy los síntomas del arte contemporáneo en general: el teatro, la danza, las artes plásticas, la música y las artes audiovisuales se influyen unas a otras borrando fronteras, las temáticas existenciales trascienden lo local como parte de un tiempo en que lo global y globalizante ocupa un lugar central. Existe una cierta tendencia al teatro de la crueldad, hacia lo performático y hacia otras expresiones del arte contemporáneo. Búsqueda de estéticas escénicas de ruptura y de ámbitos alternativos al Teatro Achá, no sólo por la casi imposibilidad de conseguir este espacio, también por ir al encuentro de otros públicos marginados de los centros del espectáculo. Nuevas generaciones de actores decididos a vivir “profesionalmente” del teatro con posibilidades de formación dentro de Bolivia (escuelas de teatro) con herramientas virtuales para conectarse con grupos, centros de formación, proyectos internacionales. Redes de pequeños y grandes colectivos de teatristas principalmente jóvenes.

OH!: ¿Cree que Cochabamba volverá a tener una época de oro?

¿Por qué no? Todo depende de que los teatristas hagamos “buen teatro” desde la estética que hubiéramos elegido, de que las autoridades locales lleven adelante políticas culturales que no se queden en discursos y promesas, de que los medios de comunicación y la empresa privada se comprometan con la actividad artística local como una misión de educación y promoción espiritual del pueblo.

Que la escuela forme espectadores y actores. Lo demás llega por añadidura.

OH!: ¿Cree, como mucha gente del ámbito artístico, que Cochabamba es de alguna manera semillero de artistas?

En todo el país y fuera de él encontramos cochabambinos talentosos y emprendedores que dejan huella en todos los campos artísticos, crean nuevas tendencias, escuelas, se destacan por la innovación. Ninón Dávalos, René Hohestein, Gonzalo Canedo son apenas algunos nombres. Los nombres de los jóvenes se multiplican.

OH!: ¿Qué piensa de los frutos que está dando la Escuela Nacional de Teatro?

Conozco actores y directores graduados de esta institución con excelente formación: Ariel Antezana, María Peredo, Cristian Castillo, Vanessa Fornassari y las chicas del grupo Libélula de Santa Cruz y otros. Los que conozco son frutos magníficos. Esperemos que siga adelante. Sin embargo, no debería haber una sola escuela en Bolivia con estas características. Hay mucha gente talentosa para formarse y para formar a otros en teatro.

OH!: ¿Cree que todo el teatro debe ser social?

Yo creo que el teatro está comprometido con el ser humano por encima de todo. Este compromiso tiene múltiples implicaciones, una de ellas es lo social.

OH!: ¿Cuál considera que ha sido su mayor logro en el teatro?

La fundación del Taller Teatro Danza junto con Hugo Ara, Leopoldo Calla, Marisol Cabrera, Gonzalo Canedo. Como guionista, Rosalba Guzmán. Una propuesta de trabajar teatro con danza y pantomima. Fue para los años 80 una propuesta innovadora, un intento de vivir el teatro como búsqueda estética, como misión y como entrega plena, como fuerza movilizadora de las conciencias.

OH!: ¿Cuáles considera las mayores obras de las que ha formado parte?

Muchas, pero destaco de cada etapa alguna: “El casado casa quiere”, “Berenice”, “Bodas de sangre” “Tierra de adobe”, “Yerma” “La “Cantata de los derechos Humanos”, “Elegía del Mitayo”, “Tierra de adobe”, “Katiuska” y actualmente, “El Baúl de Adela”.

OH!: ¿Qué proyecciones tiene en el ámbito artístico?

En el teatro me gustaría encarar nuevos proyectos como “El Baúl de Adela” inter-generacionales y de rescate de nuestra cultura nacional. La experiencia con Leonor Guevara, una gran actriz y directora de la Época de Oro y con Ivette Mercado, talentosa actriz y directora de la nueva generación, ha sido muy positiva en muchos sentidos. En el cine tengo ya algunas propuestas para el próximo año y en la literatura vengo preparando algunas publicaciones en el campo de la crítica y de la narrativa.

OH!: ¿Qué podría decir a los jóvenes que apuestan por las artes escénicas en Bolivia?

Que apuesten por su vocación sin miedo y trabajen por ella con la seriedad que exige todo arte. No hay talento que florezca sin trabajo, entrega y creatividad.

OH!: ¿A quién admira como actor?

A muchos y muchas, pero destaco a David Mondacca por su capacidad interpretativa y toda su trayectoria. Como dramaturgo y director, por su obra de rescate cultural y promoción de la obra de Saenz y de otros literatos bolivianos. Por hablarnos a los bolivianos “de nosotros”, con hondura y con humor en obras que conmueven profundamente. Son obras que uno no olvida.

Perfil de la actriz

Entre 1971 y 1973 estudió teatro en el Instituto de Artes Cochabamba. Su formación artística abarca desde talleres con el grupo Teatro Estudio de Buenos Aires, con el grupo Teatro Sí de Buenos Aires, Teatro Danza de Cochabamba, Danza Terapia Estudio Danza Contemporánea de Cochabamba y el taller Danza Terapia (María Fuxs de Buenos Aires, entre otros. Ha realizado también numerosas actuaciones desde niña en actos oficiales y culturales como intérprete del verso.
Fue miembro del directorio de IBART en dos gestiones (Instituto boliviano de arte y televisión) y Presidente del PEN Bolivia (Asociación mundial de escritores, filial Bolivia).

Profesora de literatura y lenguaje, Licenciada en Educación y Máster en Formación Docente. Ha sido técnica en capacitación docente, construcción y desarrollo curricular en el Equipo Departamental Fe y Alegría.

Es docente del Instituto Normal Superior Católico "Sedes Sapientiae” y fue Directora del Formación Permanente del mismo. Docente de Post grado en la Universidad Mayor de San Simón y la Universidad Militar de las Fuerzas Armadas (ECEM).

Autora de varias publicaciones pedagógicas y literarias y ha obtenido también distinciones en estos campos de actividad.

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