domingo, 18 de septiembre de 2016

La masiva asistencia infantil fue lo más destacable de la FIL

Algo para destacar de la XXI Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL) 2016 -que finaliza hoy- es la masiva concurrencia de niños. Sobre todo en las mañanas, al arribar al campo ferial Chuquiago Marka se veía buses escolares que permanecían estacionados en la avenida Costanera, aguardando el retorno de los estudiantes que visitaban el encuentro literario.

Dentro del campo ferial estos pequeños formaban verdaderas mareas. Esto fue algo positivo porque las visitas programadas fueron una forma de vincular a los menores con los libros. Al final, casi todos los escritores coinciden en señalar que su afición por la escritura y la lectura comenzó en su niñez.

Aquellas caóticas mareas impresionaron al autor español Alfredo Gómez Cerdá especializado, justamente, en literatura infantil. Alguien le había comentado que en Bolivia los niños no son muy aficionados a la lectura. Pero, luego de ver la masiva asistencia infantil tenía la impresión de que aquello no era verdad.

La llegada de invitados como el español Gómez Cerdá fue un elemento destacable de la versión XXI de la Feria del Libro paceña. España fue uno de los invitados especiales de la FIL 2016.

Para conmemorar los 400 años de la muerte de Cervantes, sus representantes, como el Centro Cultural de España en La Paz, organizaron una serie de eventos y auspiciaron el arribo de importantes autores, artistas y especialistas.

En la feria participaron invitados nacionales e internacionales que dieron talleres, charlas o presentaron sus obras recientes. Uno de los encuentros más valiosos fue el conversatorio que la autora bonaerense Mariana Enríquez sostuvo con el escritor boliviano Maximiliano Barrientos.

Otro conversatorio exquisito fue el que sostuvieron el autor español Antonio Orejudo y el especialista Andrés Eichmann Oehrli. Ambos ilustraron a los asistentes en su charla acerca de las motivaciones mundanas e intelectuales que Miguel de Cervantes pudo tener para solicitar el Corregimiento de La Paz.

Las conferencias se daban simultáneamente en tres salas y un auditorio. Incluso había actividades de fotografía, cine, danza, teatro y música. Éstas últimas, sobre todo, fueron organizadas por el otro invitado especial, la Universidad Católica Boliviana que celebró su 50 aniversario en la FIL.

La llegada de una estrella del cómic, el artista de Marvel Brian M. Bendis fue otra de las actividades que generó expectativa. El hecho de que Bendis haya participado en al menos cuatro charlas es para destacar. En la primera de sus intervenciones explicó ante niños, jóvenes y adultos de ambos sexos cómo las historietas pueden ayudar a solucionar problemas reales de la sociedad, como el racismo o el machismo.

Luego de su primera presentación, Bendis se dirigió al stand de la Embajada de Estados Unidos, que auspició su llegada. Le acompañaban decenas de fanáticos, que pacientemente hicieron fila para obtener un autógrafo y tomarse una foto con él.

Asistir a todas las actividades era imposible. Esta amplia oferta dio cuenta del crecimiento de la FIL desde su primera versión en 1996. Tanto libreros como escritores recordaban con nostalgia las primeras versiones de la feria del libro paceña. Es el caso de Carla María Berdegué de Librería Lectura o del escritor Ricardo Sanjinés Ávila, quien en una amena charla sostuvo que la FIL de este año fue 20 veces más grande que la de hace 20 años.

Este crecimiento, obviamente, plantea retos y dificultades. Sobre todo, si se espera la asistencia de miles de personas. Justamente hubo protestas de algunos libreros que se sintieron discriminados porque estaban en el último ambiente del recorrido prediseñado por los organizadores de la FIL.

Los organizadores aclararon que el recorrido fue diseñado para facilitar el flujo de miles de personas. Sin embargo, hay que apuntar que la señalética no ayudaba mucho para desplazarse por el campo ferial. Quienes no estaban familiarizados, realmente tenían dificultades para encontrar, por ejemplo, las salas de exposición.

La oferta en libros, en cuanto a títulos y precios, era variada. Lo que no es muy ponderable es que las librerías -o quizás los organizadores- hagan creer a la gente que en la feria los libros cuestan menos que en las librerías de la ciudad.

Una queja muy frecuente fue que los libros son costosos. Efectivamente, esto es así, pero no sólo en el país. Por ello, hay que ponderar a las importadoras que ofrecen su material al mismo precio que se comercializa en otras capitales, como México o Buenos Aires, lo cual se puede comprobar fácilmente por internet.

La FIL tuvo muchos elementos por destacar, pero también tiene muchos que aún se deben mejorar. En todo caso, ya es parte del patrimonio y orgullo paceños.

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