miércoles, 24 de agosto de 2016

Rodrigo Urquiola propone La memoria invertebrada

La memoria invertebrada es un libro de cuentos de Rodrigo Urquiola Flores, cuya publicación corre a cargo de la editorial paceña 3600; su presentación será este jueves 25 en el Espacio Simón I. Patiño. De los trece cuentos que constituyen el libro, once fueron finalistas o ganadores de premios en Bolivia y en el exterior.

LA OBRA

Según el autor, la obra contiene trece cuentos: “La emboscada”, “El amante”, “Mientras el viento”, “El cazador”, “La caída”, “Anoche”, “El espantapájaros”, “Mariposa nocturna”, “El pelícano”, “La montaña enterrada”, “Conversación en el desierto”, “La puerta del sol” y “La memoria invertebrada”. Los cuales narran, por ejemplo, el linchamiento a un loco en un barrio periférico de La Paz, otra habla de la presencia de fantasmas en la madrugada, otro sobre un episodio en la Guerra del Chaco, otra habla sobre un padre que busca a su hija asesinada por la dictadura.

“De los trece cuentos el que más me gusta es La memoria invertebrada, el cuento que da título al libro, es un cuento que habla de la dictadura y de un padre que se encuentra con el cuerpo muerto de su hija y se resiste a aceptar el hecho funesto”.

El libro se divide en dos partes. La primera se llama “Historias de familia” y la segunda “El monstruo”. En la primera parte las situaciones narradas parecen ser simples historias de familia, quizás atravesadas de un suceso que ha cambiado la historia familiar para siempre, sucesos explicables, la segunda parte, sin embargo, ahonda en los sucesos inexplicables, en aquello que no se ve pero que se siente, en una fuerza más allá de las condiciones lógicas. “Sí, hay algo que une a estos cuentos y es el ejercicio de la memoria, la mayoría de los personajes recuerdan y, al recordar, crean, o, si no, están atrapados en algún momento de su propio pasado”, explica el autor.

El cuento más breve, “Mientras el viento”, tiene seis páginas, y el más extenso, “La montaña enterrada”, quince.

Al respecto de a quiénes está dirigida la obra, Urquiola explicó que estos cuentos están dirigidos a cualquier persona que sepa leer y que sienta curiosidad por la escritura de los autores nacionales contemporáneos. “Te diría son cuentos para adultos, pero eso sería admitir que hay cuentos para niños. Creo en la libertad, la lectura es un acto de libertad. Y creo que a veces subestimamos a los niños”.

Estos cuentos que fueron escritos desde 2010, algunos ya fueron publicados en antologías de Bolivia y el exterior.

Los cuentos que destacan son “El espantapájaros” (Mención Premio Iberoamericano Julio Cortázar, 2015, Cuba), “Mientras el viento” (segundo Premio Cataratas Foz de Iguaçú, 2015, Brasil), “El amante” (segundo Premio Antonio di Benedetto, 2014, Argentina), “La caída” (Finalista Premio Copé Internacional, 2010, Perú), “Mariposa nocturna” (Premio Adela Zamudio, 2013, Bolivia) y “El cazador” (segundo Premio Franz Tamayo, 2015, Bolivia).

Recientemente, Urquiola recibió el Premio Interamericano de Literatura Carlos Montemayor en México. “Fue un viaje fugaz pero bello. Pude visitar muchos lugares y conocer más sobre un país que siempre vi lejano, pero que, allá, sentí cercano”. “Ahora estoy en una novela y un nuevo libro de cuentos. Es difícil, para mí, dejar de escribir”, agregó.

BUENAS CRÍTICAS

Al respecto de la obra Magela Baudoin: “Una memoria invertebrada reúne 13 cuentos de una nítida progresión artística, que bien puede servir como carta de navegación de las búsquedas del autor. Urquiola exhala una voz trasegada –a veces incluso femenina en su sensibilidad incisiva– que se impone al frío y a la soledad de personajes devastados por la pobreza, por la violencia o por los abismos de la memoria. Y lo hace, precisamente, como una emanación, como un soplo de viento que se siente pero no se toca. Sus cuentos están, pues, habitados de esencias, de tiempos perdidos, de viejas y soldadas torceduras”.

“De toda la colección, cómo no revelar una pista al lector curioso, La memoria invertebrada –que da nombre al libro– es una cumbre. He aquí la consumación del explorador, un verdadero salto, una pieza de colección. En ella la memoria se vierte hirviendo sobre una realidad sin huesos, sin andamios, derrumbándola y, en legítima defensa, venciéndola. Pero no sin duelo”.

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