lunes, 29 de agosto de 2016

Juan Manuel Robles presenta su novela Nuevos juguetes de la guerra fría en la FIL La Paz

El escritor peruano Juan Manuel Robles es uno de los invitados protagonistas de la Feria Internacional del Libro de La Paz (FIL La Paz), que este 2016 se realiza del 7 al 18 de septiembre en el Campo Ferial Chuquiago Marka en la sede de gobierno.

Su primera novela Nuevos juguetes de la guerra fría acaba de publicarse en España, en el prestigioso catálogo de Seix Barral. En el Perú, la crítica la calificó como una de las novelas más ambiciosas de los últimos años y las librerías Nollegiu, Tipos Infames y Nakama/Lib de España, la han incluido en sus recomendaciones de lectura.

Como cronista, Robles fue nominado al Premio Fundación Gabriel García Márquez en el 2008 y aunque muchos le reclamen que permanesca más activo en el género, él optó por lanzarse de lleno a la ficción.

Hay algo muy curioso de Nuevos juguetes de la guerra fría, y es la proximidad con Bolivia, la novela nació de una experiencia de Robles –“lo cual no quiere decir que sea un libro de no ficción disfrazado, ojo”, explica el autor.

Cuando Robles tenía 6 años su familia emigró a Bolivia, ya que su padre trabajaba como corresponsal de Prensa Latina, la agencia oficial de noticias de Cuba. En La Paz, estudio en la Escuela que la Embajada de Cuba tenía para los hijos de los diplomáticos, en la propia sede diplomática, en el barrio La Florida, ubicado en la Zona Sur.

“Entonces me volví un pionero: pantalón rojo, camisa blanca, pañoleta. Un pionero cubano extraviado en el altiplano de Bolivia”, recuerda.

La escuela se llamaba “El guerrillero heroico” y durante años siguió el programa de educación oficial de la isla y aprendió sus emblemas revolucionarios. Era el último tramo de la Guerra fría y la utopía era conquistar nuevos territorios. Después de unos años la famosa escuela cerró con la crisis, poco antes de la caída del Muro de Berlín.

“Años después, cuando volví a Perú, me di cuenta de que cuando contaba sobre mi niñez de pionero comunista mucha gente quedaba encantada, así que me pareció que el tema daba para una novela”, explicó.

Para los que empiezan a tener curiosidad por el trabajo de Robles, basta decir que le gusta pensar que “Nuevos juguetes de la guerra fría” puede sintonizar con obras de autores como Chang Rae Lee, o Johnatan Lethem, en la forma que tienen de fascinarse lúdicamente con los arquetipos de su tiempo; o como Berhard Schlink en El Lector y Julian Barnes en Un sentido del final, en la idea de la memoria como algo maleable, inestable, reescribible.

“Me gustan los escritores que convierten la percepción, esa forma particular que tenemos para ver las cosas, en combustible y a la vez elemento desestabilizador de las tramas. Cuando uno se mete lo suficiente en una mente que mira, el realismo tarde o temprano colapsa, uno se pone al borde de la fantasía”, indicó el autor peruano quien también es un seguidor de la historieta como ser: Seconds, de Bryan Lee O'malley, o Jimmy Corrigan de Chris Ware. En cuanto a cine, para Robles es importante Charlie Kaufman, sobre todo por el guión de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y el de Synecdoche, New York.

¿Por qué decidiste emprender el camino hacia la ficción después de haber empezado tu carrera con éxito en la no ficción?
En mi caso, son inquietudes estacionales. Lo que uno aprende escribiendo es a crear una ilusión de verdad. Lo interesante es que eso ocurre tanto si haces ficción como si haces no ficción. En la crónica, como en la ficción, aprendes a instalar atmósferas, a acelerar o a desacelerar el tiempo, a describir lo que tus ojos ven. Lo que me gusta de la no
ficción es que, al descubrir una parte del mundo, puede trabajar con una verdad que tiene un grado de credibilidad altísimo. Eso permite volver al momento del arte en el cual la palabra valía mucho, ser un viajero que retorna y cuenta las cosas que vivió, que te revela el mundo por primera vez (por eso el prestigio de un periodista se cimenta en su rigurosidad y en la garantía de que no miente). La ficción, y específicamente el género de la novela, permite ver la evolución de una mente, cómo esta procesa la vida. Y allí el poder no recae en lo verdadero —lo que asombra de la historia—, sino en poéticamente contundente, digamos. En la verdad filosófica revelada. Pero ambas formas usan el arte de la ilusión sensorial.

¿En qué has estado trabajando este último año?
Hace unos meses escribí una crónica para un libro que prepara la cronista argentina Leila Guerriero. Es la historia de un grupo de científicos y sus esfuerzos, creativos y alucinantes, contra un mal endémico en países como Perú y Bolivia, la tuberculosis. También estuve escribiendo algunos cuentos, con ciertas ideas sobre la memoria y el olvido, que me quedaron dando vueltas después de la novela.
¿Qué le interesa contar a JM Robles en este momento de su carrera después de la buena acogida de Nuevos juguetes de la guerra fría?
Pues esa pregunta va contestándose sola, aunque aún no creo que tenga una respuesta definitiva. Mi primera novela fue sobre cómo la memoria personal determina la identidad, y cómo su maleabilidad —la implantación de falsos recuerdos— es parte de un proceso más o menos común en nuestra construcción vital. Lo que estoy tramando ahora tiene que ver con el espacio, la obsesión de alguien con el espacio y los mapeos.

Sobre tu trabajo en Nuevos juguetes de la guerra fria
El 'Che' viendo la TV, ¿Cuál es tu mirada sobre todos estos "recuerdos ideológicos" que traes de vuelta hoy? Ciertamente el Che y los revolucionarios cubanos siguen siendo, aun hoy en día, un alto referente simbólico en la política oficialista boliviana.

Bueno, eso se debe a que la revolución cubana fue el producto de exportación cultural más importante de la isla en el siglo XX. Fue una marca provista de narrativa, que se exportó en toda América Latina como franquicia. Incluso en algún momento Cuba dijo cómo se debía y cómo no se debía hacer la guerrilla y la revolución. Los emblemas del Che fueron la iconografía de esa industria cultural de objetivos políticos. Gobiernos de izquierda actual toman el poder de esos emblemas, que transportan inmediatamente a muchas personas a un mito de fundación muy poderoso. El ideario y el programa de esos revolucionarios no existe más ni siquiera en Cuba, pero usarlos —y tener la bendición de La Habana— funciona como un legitimador; el equivalente del sello de autenticidad de los productos de las grandes corporaciones de la industria del entretenimiento. Eso lo descubre Iván Morante, el personaje de mi novela: decir que fue pionero comunista cubano en 1985 es un capital que puede dar réditos en un mundo de imposturas.

HeMan. ¿Conoces cuál fue la reacción de tus lectores, ante el humor e irreverencia que tienes al momento de describir o comentar a lo iconos revolucionarios de latinoamerica a través de tus recuerdos, o bueno, los de Iván Morante? El capítulo en el cual HeMan es descuartizado como si fuese Tupac Amaru, por ejemplo.

Ha sido muy interesante. Porque todos se dan cuenta de algo que yo también vi al escribir el libro: que las figuras de acción gringas y los héroes de nuestros estados nacionales nos fueron insertados en la infancia y en la memoria de una manera más o menos totalitaria. No nos pidieron permiso, esos relatos están nuestra memoria sentimental. Y claro, lo gráfico de un príncipe con esteroides que gracias a una espada se vuelve un guerrero semidesnudo es equiparable a lo gráfico del relato en el que un guerrero es capturado y unos caballos le quitan todos los miembros. Eso está en nuestra identidad, juguetonamente, como lo está el sabor de la Coca-Cola y el de la Papaya-Salvietti, fijados por asociación con anécdotas emocionalmente relevantes.

Saldaña, Cuba y el Granma. ¿Cómo surge la idea de crear a un personaje tan oscuro y obsesivo con el pasado de otra persona en el afán de reescribir la historia? Saldaña tiene una teoría conspirativa acerca de los restos óseos del 'Che'

Guevara y su paso, secreto, por la embajada de Cuba en La Paz con destino final en La Habana, justamente durante el mismo tiempo en el que Morante era pionero.

No sé, creo que es un tópico de las novelas de espías y su interacción con Iván Morante me pareció exquisita. Es el típico hombre que usa la abundancia de información para encontrar nuevas narrativas, a tal punto que realmente cree que puede saber más de la vida de alguien que esa misma persona conoce. En un momento del libro, el narrador dice: “Así pasa a veces: la historia expropia lo que creíste tu vida íntima”. Esa arrogancia histórica es la que tiene Saldaña.
ESPAÑA EN LA FIL LA PAZ 2016
España es el invitado de honor de la FIL La Paz 2016, quienes planean una programación repleta de actividades, con seis escritores protagonistas.

Los asistentes a la FIL La Paz 2016 tendrán la oportunidad de ver la exposición Miguel EN Cervantes. El retablo de las Maravillas, proyecto pensando y construido a partir de El Retablo de las Maravillas, uno de los ocho entremeses escritos por Miguel de Cervantes que nunca fueron representados.

Los ilustradores David Rubín y Miguelanxo Prado son los encargados de generar este potente diálogo entre el cómic y la ilustración para presentar una imagen del gran aventurero y genio que fue Miguel de Cervantes, es así que 52 paneles serán expuestos con el objetivo de acercar al público a la obra de Cervantes a través de la figura del escritor y su época.

Llegarán a La Paz los escritores Antonio Orejudo, Tony Hernández, Marta Sanz, Alfredo Gómez Cerdá, Sara Mesa y Alfonso Zapico, invitados especiales de España.

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