lunes, 25 de febrero de 2013

‘La ‹Historia de Potosí› de Bartolomé Arzáns es una máquina de relatos’

Mauricio Souza. La publicación de la edición completa de la ‘Historia de la Villa Imperial de Potosí’, escrita por Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela en el siglo XVIII, es un acontecimiento cultural. Mauricio Souza —editor general de Plural y catedrático de la carrera de Literatura de la UMSA— habla de la historia de esta edición, de las características de la obra de Bartolomé Arzáns y de su doble condición de libro de historia y, acaso, la primera obra narrativa de la literatura boliviana.



— ¿Cuál es la historia de esta edición del libro de Bartolomé Arzáns, la primera completa que se hace en Bolivia?

— La historia del manuscrito de la Historia de la Villa Imperial de Potosí es una historia de larga data, policial y picaresca al mismo tiempo. Esa larga historia se resuelve, de alguna manera, con la ubicación de uno de los manuscritos en la Universidad de Brown (Estados Unidos), que estaba ahí por donación de un bibliómano norteamericano. A partir de ahí se inicia otra historia, que es la historia de Gunnar Mendoza y Lewis Hanke, quienes morosa y cuidadosamente realizan una edición estupenda, cuidada en sus mínimos detalles. Lo he dicho varias veces y lo sostengo: es una de las mejores ediciones de un manuscrito colonial latinoamericano y, sin duda, es la mejor edición de un libro boliviano. ¿Por qué, desde 1965, la única edición completa de la Historia no se editó en Bolivia? Por varias razones, entre ellas porque es una edición costosa, son tres tomos en formato grande, casi 2.000 páginas, y la única forma de publicar un libro así es con el concurso de las instituciones culturales del Estado. El proyecto de esta edición empieza a marchar por interés de la Fundación Cultural del Banco Central y de la Casa de Moneda. Plural Editores hace un acuerdo con estas instituciones y así se inicia un proceso que dura aproximadamente dos años. Seis o siete meses se ocuparon en tramitar el permiso de la Universidad de Brown. Una vez logrado esto, decidimos hacer una edición facsimilar, porque creemos que la edición de 1965 es inmejorable. Fue un proceso moroso porque había que fotografiar o escanear el libro página por página.

—Antes, desde el siglo XIX, en otros países y también en Bolivia, se hicieron ediciones parciales de la Historia de Arzáns...

— Lo que se ha editado son antologías de una pequeña parte de la Historia, que es un libro monumental, producto de 35 años de escritura paciente. En Bolivia circularon, sobre todo, los Anales de la Villa Imperial de Potosí, que es otro libro de Arzáns, una suerte de esquema preparatorio para la escritura de la Historia. Recientemente, la antología más influyente, especialmente para los literatos, es la que preparó Leonardo García Pabón y que también publicó Plural. Selecciona algunos de los relatos más famosos y más interesantes de la Historia y les pone título. De esa forma continúa una tradición que es utilizar la Historia de Arzáns como una máquina de relatos, casi en el sentido de que las Mil y una noches es una máquina de relatos. En la introducción de Mendoza y Hanke hay una lista de decenas de autores que desde el siglo XIX, cuando se descubre la Historia, utilizan, canibalizan, aprovechan, plagian o hacen variaciones de los relatos incluidos en el libro de Arzáns. Entre ellos están escritores famosos como Juana Manuela Gorriti, Lucas Jaimes (Brocha Gorda) que hace carrera y vive de publicar tradiciones potosinas que ya están en el libro de Arzáns. De las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma, el escritor peruano más importante del siglo XIX, más de 20 están sacadas de Arzáns, Modesto Omiste, Nataniel Aguirre también recrean textos, Guillermo Francovich basa una obra de teatro en un relato de la Historia. Hasta hay un cuento menor de Vargas Llosa basado en un relato de Arzáns. Es una verdadera máquina de relatos. En parte, el reconocimiento de la Historia como una especie de principio elegido y retrospectivo de nuestra narrativa va por ahí. Y eso a su vez tiene que ver con el doble estatuto de la Historia: es una crónica colonial del período tardío barroco y al mismo tiempo se ha convertido —sobre todo en los últimos 30 años— en esa máquina de relatos que es vista como un origen de la tradición narrativa boliviana.

— ¿Qué factores contribuyen al reconocimiento cada vez más literario de la Historia de Bartolomé Arzáns?

— Hay varias cosas. Una de ellas es que muy lentamente —y nos falta muchísimo por hacer— estamos redescubriendo la literatura colonial, luego de la etapa nacionalista-revolucionaria de nuestra cultura que veía la Colonia como una especie de período negro. En general, nuestras historias son muy escuetas y mal informadas sobre la literatura colonial. Teresa Gisbert es la única que ha hecho algo al respecto, pero en general en los estudios y las lecturas lo colonial estaba excluido. Arzáns es un principio de la recuperación de esa literatura. Y es un gran principio. Eso por un lado. Por otro lado, habría que recordar que éste no es el típico libro de importancia meramente histórica. Es también un libro importante en términos narrativos. Arzáns es, de hecho, mucho mejor narrador que buena parte de nuestros narradores del siglo XIX y de la primera mitad del siglo XX.

— ¿Qué quiere decir que Bartolomé Arzáns —que se creía a sí mismo un historiador— sea al mismo tiempo un narrador, es decir, un literato?

— En términos generales, quiere decir que es un narrador contradictorio. Entre en lo que él cree o dice estar haciendo, que es narrar historias edificantes, y sus pulsiones narrativas que van por otro lado, hay una contradicción que vuelve sus textos en textos muy ricos. En estos relatos hay un grado de detalle en la escritura y puntos de vista narrativos sorprendentes. Además Arzáns tiene una serie de obsesiones. Por ejemplo, una de sus obsesiones son las mujeres absolutamente y monstruosamente bellas, que pueden ser muy buenas o muy malas. Es una obsesión que puede estar relacionada con el Cerro Rico, con el hecho de que Potosí es en sí misma, en el mejor sentido, una ciudad monstruosa, es una anormalidad divina, un regalo de Dios. Y esto lleva a considerar que estos relatos, que su autor los presenta como historias edificantes, no lo sean en realidad, porque están llenas de datos contradictorios y detalles narrativos que no pertenecen estrictamente al género de la historia.

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