lunes, 14 de noviembre de 2016

Chiquita, la vida no es fácil



Liliana De la Quintana (*)

“Chiquita, la vida no es fácil”, es una novela juvenil de Gaby Vallejo, en la que el título ya nos pone ante una situación difícil.

Gaby abre la puerta del gran problema de la violencia sexual a través de la adolescente Mariana, un problema alarmante en nuestro país y en el mundo. Los altos índices de acoso y de abuso sexual hacia las menores son demasiado frecuentes y, la gran mayoría, quedan en la impunidad.

La obra de Vallejo desnuda el ciclo de la violencia y de la pobreza, de la miseria material y espiritual del ser humano. La obra cuestiona el papel de la mujer-madre que acepta la violencia, que no quiere darse cuenta, que no quiere ver el peligro en el que se encuentra su hija. Y, al mismo tiempo, la hija piensa en las consecuencias que podría tener para su madre si ella acusa al padrastro. Así, él queda en la más absoluta libertad de ejercer su brutal acoso.

De acuerdo a los informes oficiales, los dramas de acoso, violencia y violaciones se dan generalmente en el entorno familiar hasta en un 75 por ciento. Y son las familias destruidas las más vulnerables por la presencia de nuevas parejas.

La figura del padrastro está tan bien definida por Gaby, que uno siente el asedio de una forma dolorosa y terrible. Sus amenazas y chantajes nos hieren en lo más profundo.

Mariana es víctima en varios frentes, en la familia, en la escuela, en la calle.

Su vida nos muestra que ningún lugar es seguro, que incluso la figura del orden y del amparo que puede ser la Policía, es la primera en juzgar, amedrentar y hasta de ser los protagonistas de la violencia en todas sus formas. Llamar “zorra” a una niña que se encuentra sola en la calle nos muestra el grado de insensibilidad y de estar absolutamente fuera de su rol supuestamente de protección.

La novela desnuda también al sistema educativo agresivo, represor, históricamente atrasado en todo su planteamiento pedagógico. Niños, niñas y adolescentes siguen siendo evaluados a partir de notas. Mariana, al afrontar los aplazos como muchos de los estudiantes, lo único que siente es el desmoronamiento de su vida. Maestros que expulsan del colegio a tantos escolares sin las evidencias necesarias. En general, estamos frente a un sistema escolar obsoleto en todo sentido.

Gaby nos pone al frente de otra violencia, el bullying desde varias experiencias de la protagonista y su familia. Tener un color diferente, ser gorda o flaca, vivir en una casa pobre, el vestir de una manera, etcétera, son motivo de rechazo por un grupo que cree tener la verdad y el poder sobre los demás. La discriminación como producto de esta sociedad que va negando los valores humanos y pone en primer término la fachada física, las posesiones materiales o algún otro aspecto que sirva para tener un nivel de poder. Y las víctimas ven tan estrecho su camino que optan por el suicidio como solución.

Resulta paradójico que la mayor parte de los padres hacen esfuerzos, casi milagros económicos, para que sus hijos puedan ir a estudiar a la ciudad. Los triunfos escolares tienen costos sociales muy altos. No sólo se trata de tener la oportunidad de estudiar en un colegio, sino de poder integrarse a una sociedad, que no siempre acepta a los diferentes, a los pobres, a los marginados.

Mariana, ante una situación tan difícil en su casa y en la escuela, ve como única solución escapar a la nada. La pequeña esperanza es la tía que la acepta en su casa, pero además le abre el corazón para compartir una vida también llena de tristeza y rechazos.

Una novela dura y profunda que incluye todo un capítulo con el tema de la discriminación racial en la figura del tío de Mariana. De ascendencia afro, logró ser médico pero se siente solo y sigue enfrentando el rechazo de la sociedad.

En medio de tantas tormentas, Gaby logra poner una tabla de salvación en los personajes: el amor, ese sentimiento que nos vuelve humanos, que nos permite ver al otro con nuevos ojos, que es parte de nuestro pasado, tan necesario en el presente y tan apetecido para el futuro.

La obra nos deja con un final abierto, no plantea soluciones, propone alguna alternativa. Todo lo que queremos es que Mariana salga ilesa, no sólo del acoso familiar y del mal trato en el colegio. Deseamos que ella y todas las niñas tengan una vida libre de todo tipo de violencia y todos seamos los garantes de esa situación.

“La novela desnuda también al sistema educativo agresivo, represor, históricamente atrasado en todo su planteamiento pedagógico. Niños, niñas y adolescentes siguen siendo evaluados a partir de notas. Mariana, al afrontar los aplazos como muchos de los estudiantes, lo único que siente es el desmoronamiento de su vida.”

(*) La autora es escritora y miembro de número de la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil.

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