lunes, 29 de febrero de 2016

Lecturas sutiles El niño y la época contempóranea

Dependiendo de la época cada sociedad ha sabido dar un lugar y una función a la niñez. El niño será siempre un sujeto que estará atravesado por el discurso contemporáneo, sin tener la preocupación por adaptarse a nuevas situaciones, como ser el uso de la tecnología y a los nuevos términos que surgen por el avance científico, porque los menores se encuentran empapados de ellos.

El discurso contemporáneo, es el discurso capitalista, que empuja a los sujetos, tanto niños, adolescentes y adultos, a gozar de manera ilimitada, sin freno. Haciendo creer mediante las propagandas, los slogans, objetos tecnológicos y científicos que es posible acceder a una satisfacción plena, lo cual provocaría una felicidad absoluta.

Siendo ésto un engaño, ya que siempre existirá un punto de imposibilidad, surgirá en el mercado otro aparato tecnológico con mejores cualidades que el adquirido recientemente. Serán intentos fallidos de la ciencia por alcanzar la perfección y la satisfacción absoluta. Dichos objetos serán los que orientan a los sujetos en su quehacer cotidiano ante la caída de los ideales que marcaban lo que estaba permitido hacer.

Ideales que eran sostenidos por las instituciones: religiosas, educativas y familiares.

La familia será una de las instituciones más afectadas por el discurso capitalista. Carecerá de ideales que orienten cómo se debe criar a un niño, cómo se sostiene la autoridad, cuando la época marca la igualdad de los derechos entre la mujer y el hombre, entre padres e hijos. Todo ello tendrá consecuencias directas en la constitución subjetiva del niño. Éste presentará mayores dificultades para soportar la frustración, el acceso al lenguaje y el acatar normas y límites.

Otro de los efectos del discurso actual es el empuje a que los niños desde muy temprana edad adquieran saberes y habilidades que les permitan desenvolverse de la mejor manera en la sociedad de consumo: saber inglés, canto, baile, deportes, computación; llegando a provocar en algunas ocasiones el rechazo a saber, apatía y aburrimiento ante tanta oferta; siendo interpretada esta situación como un capricho o flojera, causando malestar en los padres, ya que si el niño no adquiere las competencias podría ser en un futuro no muy lejano un sujeto que no triunfe en la vida. Cualquier retraso en ello puede ser concebido como un posible fracaso.

Los síntomas de los niños se manifiestan desde inhibiciones hasta descargas motoras constantes e impulsivas, siendo etiquetados muchas veces por las neurociencias como niños hiperactivos, con déficit de atención, autistas, etc.; de manera generalizada, sometidos a evaluaciones estandarizadas que no tienen en cuenta que aquellos síntomas son una respuesta singular a las situaciones vividas que les ha causado malestar, maneras de resolver el exceso de goce. Sin la posibilidad de escuchar que tiene que decir ese niño respecto a lo que le sucede, para ser callado muchas veces con la medicación.

NOTA: para cualquier consulta o comentario sobre la columna, contactarse con Claudia Méndez Del Carpio al correo

claudiamen@hotmail.com.

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