domingo, 26 de marzo de 2017

Libros digitales - Autores bolivianos apuestan por la web



A diferencia de lo que sucede con un libro “tradicional”, la publicación digital de obras literarias no solo permite llegar a decenas o cientos de miles —cuando no millones—, sino que ha probado que evita diligencias y negociaciones a veces dificultosas con las editoriales, reditúa y permite retroalimentación inmediata e incluso derriba mitos sobre el consumo de la lectura. Abordar el asunto precisamente ahora tiene que ver con que cada vez más autores bolivianos recurren y acceden a las plataformas web para publicar sus producciones.

Así, las nuevas generaciones de escritores se apoyan en las tecnologías para ofertar sus libros en un mercado mundial y ser conocidos con la facilidad de un clic. “Comencé con algunas historias para darme a conocer, luego fui moviéndome por diferentes plataformas hasta que llegué a Wattpad, que es la más grande para lectura y escritura gratuita. Allí tengo 78.000 seguidores”, dice la escritora Carla Angelo, de 30 años.

La primera novela digital que publicó Angelo se llama Después de clases —aborda el romance de una adolescente cuya vida familiar es complicada— y tuvo tanto éxito con seis millones de lecturas en la red, que Nova Casa Editorial de España la compró y saldrá publicada este mes allí y también llegará a América Latina.

La obra de Carlos Fossati, de 40 años, lleva por título Contra Complot y es una historia de ciencia ficción publicada en Amazon, Ibookstore y Itunes. El autor puso su interés en las plataformas electrónicas porque no limitan la producción de géneros. “Considero que éstas son, en la actualidad, una herramienta útil para el escritor en el sentido en que —teniendo presente que la gente de la generación X (personas nacidas entre 1960 y 1980) en adelante se ha volcado a los medios audiovisuales, redes sociales y medios electrónicos— te permiten llegar al público que gusta de este género (la ficción) y vemos que la barrera de las nacionalidades, en lo literario, poco a poco se desvanece”.

Ambos narradores, si bien tienen vínculos con editoriales tradicionales en Bolivia, coinciden en que el acceso a las mismas no es muy fácil.

Por qué no una editorial tradicional.

“En Bolivia me costó mucho publicar porque hay pocas editoriales y solo trabajan por invitación a autores conocidos, muy pocas dan oportunidad a narradores noveles. Cuando hice el intento, no me recibían ni para decirme ‘no’. En 2015 vi que Kipus estaba dispuesta a editar diversos géneros y me animé a mandarles mi novela Foris, que es el mejor proyecto que tengo en el género de fantasía, que publiqué en estas plataformas con dos millones de lecturas”, afirma Angelo. Fosatti que se encuentra en conversaciones con una editorial local para publicar su texto, pero antes de ello se acercó a otras en las que encontró los mismos problemas que su colega, dice: “No quisieron arriesgar por el género (...). En otras había el problema de los editores y en una tercera una cantidad de trabajo que les impedía leer manuscritos”.

En criterio de Francisco Bueno, de 34 años, escritor y además abogado especialista en Derechos de Autor, las editoriales locales no generan notoriedad mundial como las plataformas de internet. “Lo máximo con las editoriales bolivianas es llegar a las ferias del libro de Guadalajara y Buenos Aires. No se puede llevar mucho al extranjero. Incluso representantes de autores bolivianos que llevan libros se limitan por razones tributarias y altos pagos arancelarios”, detalla.

El abogado hace énfasis en que el libro físico es complicado de comercializar y el mundo digital se apodera cada vez más de las lecturas. “Nuestras editoriales son chicas en relación a transnacionales como Planeta, con sedes en varios países. Publicar en la red te permite ser leído en sitios que no imaginabas porque Wattpad te muestra un mapa de lugares donde te leen, por ejemplo África, algo que ni se te hubiera ocurrido”.

Se cae el mito que la juventud no lee

Un beneficio adicional es que estas plataformas contienen estadísticas que permiten al usuario conocer en qué países lo leen y quiénes lo leen. “Debido al éxito que tuve con mis novelas en las plataformas, me pidieron continuaciones e hice una zaga juvenil para jóvenes adultos entre 18 y 25 años. Son novelas pensadas en este público porque son quienes más leen en estos sitios”, explica Angelo. Bueno coincide: “Dicen que la juventud cada vez lee menos; lo que pasa es que los jóvenes cada vez leen menos el libro físico, pero cuando ves a gente en Wattpad está todo el tiempo con su celular, está leyendo o escribiendo algo. Se ha incrementado el nivel de escritura porque, mal o bien, los jóvenes se ponen a escribir; es como una moda, todos mis amigos lo hacen, yo lo hago, mejoro, crezco y estoy en mi Tablet”.

El también abogado piensa que el éxito en estos sitios está ligado a que gente joven cuenta historias para gente joven. “Se usa el lenguaje y la realidad del otro”. “Hablamos de gente más o menos de 25 años en adelante”.

Además, las plataformas tienen pestañas, con las que el autor recomienda a quién va dirigido el texto, y estrellas, para que los lectores califiquen el producto literario.

Retroalimentación en tiempo real

Los escritores entrevistados coinciden en que un aspecto notable de estos espacios es que permiten conocer la impresión del lector en tiempo real, lo que motiva a seguir escribiendo. En efecto, en los sitios de publicación se pueden ver comentarios de los lectores que en ciertos casos suelen pedirles que sigan con los capítulos y así los escritores escriben con mayor regularidad.

Narradores. Los escritores Carla Angelo y Francisco Bueno; ambos se apoyan en las tecnologías para producir. Foto: Alejandra Rocabado

Se puede vivir de la escritura en la web

Con la consiga de que se puede vivir del arte y de la escritura a través de ventas online, Francisco Bueno, escritor y abogado, explica que el internet permite a narradores, cineastas y otros artistas vender sus obras. No obstante, los bolivianos tropiezan con un problema legal que impide que cuentas bancarias abiertas en entidades financieras del país reciban pagos del exterior fácilmente. La escritoria Carla Angelo lo describe en un ejemplo: “Yo vendo mis libros online, pero como es difícil o casi imposible que llegue el pago a una cuenta boliviana, debo tener otra en Estados Unidos y el dinero está disponible mediante una tarjeta de débito que me envió ese banco. Todo se carga allí y la contrariedad es que si saco el dinero aquí me cobran mucho por la operación, lo que es un gran perjuicio”.

El abogado precisa que lo mismo que sucede con plataformas de escritura pasa con YouTube. “En Bolivia no se puede vender en línea porque no hay una cultura digital de compra-venta, recién está despertando. Aunque se puedan adquirir cosas con algunas tarjetas, no se puede vender por esto de la dificultad de recibir los pagos. Ello se debe a que hay una tozudez administrativa y legislativa para el espacio digital, ese es el gran problema. Si el escritor tuviera la posibilidad de comercializar su libro online viviría del arte”.

Bueno y Angelo coinciden que tomando en cuenta que las plataformas son una vitrina al mercado mundial, hay más probabilidad de compradores. “Los libros son caros en Bolivia y llegan a costar Bs 200 o Bs 500. Si pudiera vender en 12 bolivianos un libro original de autor por internet, más gente compraría, más gente leería y más gente podría vivir del arte”, explica Bueno.

Con esa reflexión, el también especialista en Derechos de Autor hace énfasis en que una pieza literaria puede tener éxito en el lugar menos esperado. “Si escribo algo que se convierte en un boom en Sudáfrica y lo oferto a un dólar y hay un millón de personas en Sudáfrica que me quieren leer, ya tengo un millón de dólares de ganancias, y así el creador podría vivir de su arte”.

Otro de los problemas que identifican ambos es que escritores y colectivos de artistas tienen que generar demandas al Estado para que se puedan liberar las trabas del comercio digital, como la falta de conocimiento acerca de la materia. “Bolivia quiere proteger a la cultura, quiere legislar para la cultura, pero los legisladores no entran en la lógica de aprobar leyes que propicien el comercio digital y permitan al autor comercializar su libro y adentrarse en la era digital. Esto sería un gol contra la piratería e incentivaría la lectura”, dice Bueno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario