viernes, 8 de septiembre de 2017

Ricardo Jaimes Freyre

EL GENERAL MITRE Y ONOFROFF

El célebre hipnotizador y adivino Onofroff, llegó a Buenos Aires por primera vez y se hablaba de él con admiración, comentando sus interesantes trabajo. El general Mitre lo hizo ir a su casa e invitó entre otros amigos suyos, a Ricardo Jaimes Freyre para que presenciara la sesión que iba a celebrarse.

Onofroff desplegó en ella todos sus recursos y, cuando iba terminando, el general le dijo:

–Yo deseo verificar personalmente su poder de adivinación. ¿Me permite usted que le sugiera una orden mental?

Onofroff aceptó complacido.

Mitre se colocó detrás de él, concentrando toda su atención en su pensamiento y mirándolo fijamente, de acuerdo con las instrucciones del adivino. Al cabo de un momento Onofroff se puso en marcha rápidamente, cruzó un patio, subió por una escalera estrecha y llegó a un gabinete privado del prócer. Todos lo siguieron.

Entró y abrió sin titubear uno de los cajones del escritorio y sacó, de un montón de medallas, una que mostró a Mitre.

–Eso es lo que yo le había ordenado hacer – dijo éste.

¡Él, como si na!

Se anunciaban grandes inundaciones en España, Jaimes Freyre, que estaba en Sevilla, iba por las orillas del Guadalquivir y observaba que las aguas de ese río no parecían haber crecido; para cerciorarse interrogó a un hombre que se hallaba por el lugar.

–¿Quiere usted sacarme de una duda? – le dijo – ¿El Guadalquivir ha aumentado su caudal en estos días?

–¡Quiá, señorito! Si, este río no tiene vergüenza; todos desbordando y él, como si na. . .

ROMEO, JULIETA Y EL BARÓN DE ROTHSCHILD

En Verona, Jaimes Freyre, ha ido, como tantos otros, a ver, en la pequeña ciudad italiana, el balcón de la casa de Julieta y la tumba de los célebres amantes.

Hay en el cementerio un enorme recipiente en forma de tina de baño, colocado a cierta altura, donde los turistas dejan sus tarjetas.

El poeta hace lo propio, pero, llevado por la curiosidad, saca una de las que estaba dentro y lee: Alfredo de Rothschild.

El multimillonario ha querido también pagar su tributo al romanticismo.

CASI DESTITUIDO POR FEO

Llegó a Tucumán don Eduardo Zubieta, caballero boliviano, y pidió a Jaimes Freyre que le consiguiera un empleo. Ricardo lo hizo nombrar oficial del registro civil en la sección de matrimonios.

Poco tiempo después estuvieron a punto de destituirlo porque los novios se quejaban de él, manifestando que el ser casados por un hombre tan feo era hasta un mal augurio para su futura felicidad conyugal.

Jaimes Freyre intervino y consiguió que fuera mantenido, indicando al jefe de la oficina que pasara a Zubieta a la sección defunciones.

–Los muertos no se quejarán– le dijo.

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