Un día como hoy en 1898 nacía en Muela (Villa Rivero, Punata) el escritor Jesús Lara Lara. Además de periodista, investigador de la cultura quechua, escritor, combatiente y narrador en la Guerra del Chaco, en las últimas décadas de su vida trabajó en el Biblioteca Municipal de Cochabamba durante varios años antes de convertirse en lo que hoy sería su Secretario de Culturas.
Días atrás, Carmen Lara Rico de Del Barco, la primogénita del escritor, donó varios objetos a la Biblioteca Municipal que desde diciembre de 1987 lleva el nombre del autor de “Repete”, “Surumi” y “Yanakuna”, entre algunas de sus obras más conocidas.
La donación hecha por su hija, que incluye varias fotografías de diferentes épocas de su vida, el uniforme que usó en la guerra entre Paraguay y Bolivia; su boina, sus lentes, la pluma fuente que caracterizan su época de escritor, y tres retratos —uno de autor desconocido y los otros hechos por Mario Unzueta y Raúl G. Prada, este último amigo íntimo de don Jesús—, dio pie a un encuentro posterior.
En esta segunda cita, pudimos entrar a la casa de doña Carmen para hojear algunos de los manuscritos de su padre, observar a detalle su máquina de escribir (una Royal portátil) y también fotografiar el soporte donde Jesús Lara creó prácticamente la mayoría de sus obras: un escritorio de madera de molle diseñado por él, con motivos tiahuanacotas.
Hojeando su archivador de correspondencia, nos enteramos que recibía con cierta regularidad cartas de Alfonso Gumucio Dragón y que este fotógrafo y periodista de guerra boliviano es el autor de uno de los retratos más difundidos del autor —tomado unos pocos años antes de su muerte, ocurrida el 6 de septiembre de 1980— y que en esta página aparece en las manos de su bisnieto.
“Yo recuerdo todas sus acciones —dice Carmen Lara Rico—. Él era siempre un padre muy cariñoso, nos llevaba al campo, teníamos una pequeña propiedad en el camino a Sacaba y los domingos solíamos ir a pie, más o menos siete kilómetros. Pasábamos allá el día y en la tarde volvíamos en alguna movilidad”.
Jesús Lara fue padre de Carmen; Raúl Fernando, de profesión agrónomo y escritor de libros de botánica, y de Rosa Matilde, quien falleció en marzo de 2016 y que es abuela de Álvaro Peredo Román, ahora dedicado a escribir ficción. Estudiante de dirección de cine en Santa Cruz, Álvaro Peredo es parte del proyecto “Último Anillo”, una “agrupación de jóvenes y nóveles escritores, que buscan establecer un nuevo panorama para la ficción y la literatura en general”.
Guerra y dictadura
De su padre, Carmen Lara destaca su personalidad. “Era muy enérgico, muy correcto, nunca declinó en su ideología. Siempre fue de una sola línea hasta el final, y parece que en la Guerra del Chaco resolvió tomar la ideología que tenía, viendo la inferioridad en que se encontraba el indio”.
Un episodio de su línea ideología está plasmado en un ejemplar algo consumido por el fuego que también es parte de la reciente donación hecha a la Biblioteca Municipal y que corresponde a su obra “Guerrillero Inti”.
La Policía de Banzer quemó toda la primera edición de este título en la Plaza 14 de Septiembre. Entonces don Jesús Lara ya tenía 73 años. “Decomisaron de la editorial, porque salió justo en 1971 a poco de que se hizo cargo del Gobierno. Mi papá también estuvo perseguido durante Banzer y estuvo detenido unos 15 días en la Policía”, recuerda su hija. Su liberación se produjo por su delicada salud, ya que años antes había sufrido un preinfarto al aventurarse en una excursión para tomar las medidas de las ruinas de Incaraqay (Sipe-Sipe) para completar el libro “Inkallajta-Inkaraqay” (1967).
“Para escribir la tercerea edición de Inkallajta, el editor le había sugerido que aumente Inkaraqay en Sipe-Sipe y quiso ir a verificar algunas cosas que él dudaba de las construcciones que allí había. Estaba haciendo la excursión con mi primo Mario Lara López y mi hermano, y en medio camino sintió un dolor terrible al pecho. Él había pensado que era un golpe de aire, se quedó bajo el molle y se tomó un coctelito que se había llevado. Según el cardiólogo, ese coctelito lo salvó de que sea más grave el infarto”.
Los manuscritos
Hace más o menos seis años, Carmen Lara resolvió vender la casa donde su padre vivió durante décadas, ubicada en la calle Colombia entre 16 de Julio y Oquendo. Fue esa la oportunidad en la que tuvo que trasladar todos sus manuscritos.
“Él siempre escribía primero a mano, después pasaba a máquina y recién mandaba a la imprenta y de la imprenta también le llevaban para que corrija las pruebas”, cuenta su primogénita.
Desde la muerte de don Jesús, la mayoría de los manuscritos, prolijamente ordenados y empaquetados, nunca han sido hojeados por ella ni por ninguno de sus sucesores y, hasta donde sabe, todos los originales que posee en su poder han sido publicados, a excepción de las impresiones de sus viajes por la Unión Soviética, Hungría y Polonia. “Eso ha sido lo único que no se ha publicado y él ya no quería”.
Según cuenta, Josep Barnadas “quería hacer algo con esto (los manuscritos) pero no le alcanzó el tiempo. Una vez fue al escritorio y dijo que había que hacer algo”, pero ahí quedó todo.
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