miércoles, 28 de diciembre de 2016

Antezana “Me da igual escribir en la Cancha de Cochabamba que en el Salar de Uyuni”



Afincado en Cochabamba desde hace cinco años, Antezana conversó con Puño y Letra acerca de su relación con el lenguaje, la poesía y su obra El cadáver de Narciso, que recoge una selección de poemas que venía escribiendo desde que tenía 18 años.

PyL.- Vienes de una familia de escritores y artistas. Tú padre, tus tíos, son gente muy conocida en el campo de la cultura boliviana. Sin embargo, la poesía es un camino solitario. Cómo comienza ese viaje en tu caso.

V.A.-Creo que mi relación con el lenguaje escrito se basa principalmente en mi incapacidad para comunicarme a través de otros medios, y siendo el lenguaje tan limitado como es, me vi obligado a forzarlo para hacer un intento de acomodarlo a mi percepción, cayendo casi involuntariamente en la poesía. Podría decir que esta relación empezó cuando mi papá me enseñó a escribir a los 3 años, o cuando admiraba los cientos de libros que mis padres guardaban en cada rincón de la casa. Pero creo que el punto de quiebre que me obligó a rayar las hojas de mis cuadernos con intentos de poesía pasó mucho después, en una madrugada solitaria de obligado insomnio y de ardiente necesidad de comprensión.

PyL.- Cómo defines El cadáver de Narciso, poemario con el que acabas de ganar el Edmundo Camargo. Cómo comienza a revelarse el libro.

V.A.- El cadáver de Narciso surge de los espasmos producidos por la violenta colisión de mi individualidad con el mundo exterior. Es un libro egoísta y subjetivo que nunca tuve la intensión de exponer a nadie. Nació como un diario que poco a poco fue distorsionándose e infectando cada pedazo de papel que utilizaba, cada vez menos descriptivo acerca de las situaciones diarias y convirtiéndose más en una experimentación acerca de las formas y sensaciones que estimulan las palabras en mí. Es una colección de escritos sacados de cuadernos, notas y servilletas en los que estuve garabateando desde mis 18 años. No había tenido intención de reunirlas en un libro hasta recién el año pasado, cuando mi pareja me impulsó a participar en el Edmundo Camargo. Desde entonces esta colección de textos fue tomando forma a través de intensas revisiones con la intensión de formar un libro con coherencia interna.

PyL.- Naciste en Sucre., pero ahora vives en Cochabamba. Qué relación tienes con tu ciudad y en general las ciudades con la poesía. Qué importancia tienen los espacios en tu trabajo.

V.A.-Sucre es la ciudad de mi nacimiento y el hogar de mi familia. No pasa un año sin que vaya a Sucre por lo menos por unos días, normalmente por más tiempo. Por casualidad o destino, Sucre es también la ciudad de mi nacimiento como escritor. Sin embargo dudo que un espacio tan grande como una ciudad sea influyente en mi trabajo si sé que apenas soy consciente del cuarto en el que estoy mientras escribo. Es más, usualmente me abstraigo del exterior a tal punto que me da lo mismo escribir parado en la Cancha de Cochabamba o en medio del salar de Uyuni. Simulo el momento o la sensación que quiero describir dentro de mi mente y la escupo en el papel para labrarla con calma otro momento.

PyL.- El jurado del certamen otorgó menciones a los poemarios “Verde”, de Roberto Oropeza; “Amores verdaderos”, de Ramiro Montesinos; y “Las estaciones”, de Anai Maya, Son poetas que se encuentran (en términos temporales) en la misma generación. Crees que su poesía dialoga con el tiempo en qué viven.

V.A.- El poeta y su poesía están encadenados al tiempo en el que viven; la única variable entre el tiempo y la poesía es el poeta, prisma que transforma tiempo en verso. No quisiera dedicarme a encontrar puntos de encuentro entre poetas que comparten el mismo ámbito temporal, cuando lo que más me estimula es saborear las diferencias que producen con una misma vivencia.

PyL.-Qué autores han influido en tu forma de ver y hacer poesía. Además de literatura, qué otras formas de arte crees que influyen en tu forma de crear.

V.A.-Los primeros poetas que leí de pequeño fueron Pablo Neruda y Miguel de Unamuno, a los que torpemente trataba de imitar para mis tareas escolares. Más tarde empecé a leer a Borges y rápidamente se volvió mi escritor favorito. Últimamente mi atención está dirigida hacia Dylan Thomas y su cautivante avalancha de pesadas palabras. El arte que más influye en mi forma de crear es la música, definitivamente. La música que esté escuchando influye fuertemente en cualquier trabajo que esté haciendo, por eso siempre camino con audífonos y una buena selección de música que me pueda servir en una variedad de situaciones.

Poema del libro “El cadáver de Narciso”

I

La ceguera es temporal. El dolor, imaginario.

Viajo con la premonición, el cuervo me sigue, alivia mi carga.

Traigo conmigo, soy, la enfermedad de mi generación.

He construido mi propio palacio,

piedra por piedra, con carne y sangre,

se mantiene erguido sobre miedos y mentiras.

Las palabras son todas desechables, más aún, todas son desecho.

La verdadera existencia es inefable.

Nunca una palabra ha creado algo nuevo.

Soy un tejedor de mentiras, un incurable adicto a lo indescriptible.


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