viernes, 13 de octubre de 2017

Maximiliano Barrientos: “Detesto las novelas que intentan explicar un país”


En el cuerpo una voz, la nueva novela de Maximiliano Barrientos gira en torno a la venganza y se desarrolla en un territorio árido, con pasajes pos apocalípticos y bastante violencia. El libro del escritor cruceño se presenta esta noche en la librería Trapezio (Alejandro Ramírez #14) a las 20:00. Este trabajo de Barrientos también se publicará en Argentina y España, con la editorial Eterna Cadencia; y en México, con la editorial Almadía.

Por la sinopsis del libro, es un texto muy diferente a los que venías escribiendo ¿Qué fue lo que te llevó a esta historia de En el cuerpo una voz?
Tenía ganas de escribir una novela que girara en torno a la venganza, un tema que da vueltas en La desaparición del paisaje y en el cuento Sara de Una casa en llamas. Tenía ese deseo pero era solo eso, un deseo, hasta que tuve esta imagen mientras iba en el micro por Los Pozos: una tamborita tocando frente a unos soldados agotados y ebrios en un día caluroso. En vez de carne de vaca asaban a personas. Esa mezcla de festividad y barbarie detonó algo, y ahí supe que tenía una historia y que tenía que resolver cómo conectaba la venganza con esa imagen, cómo la podía volver narrativa. Si bien esta idea estuvo en el principio, la novela tiene capas, distintos tiempos y nudos narrativos. La venganza es solo una de otras tantas líneas argumentales.

Teniendo en cuenta las menciones a ‘la disolución del Estado de derecho’ y ‘El general’ y la inclusión de la ‘Nación Camba’ ¿La novela recorre algún pasaje de la historia social o política de Bolivia?
La guerra civil y el desmembramiento de Bolivia me sirvieron como un contexto para volver concreta las situaciones planteadas por la novela. Lo que importa son los personajes, lo otro es sencillamente un escenario que le da asidero al conflicto. Detesto las novelas que intentan explicar un país, yo no cometeré esa estupidez. Quiero que la lean como sugirió Nabokov que se debería leer la literatura, como un cuento de hadas: es decir, desde su condición de ficción. Más que dialogar con un periodo de la historia, imagina qué habría sucedido si las cosas se hubieran ido de nuestras manos hace diez años. El General me interesó como una figura de poder e impunidad, como la encarnación de la abyección -que es uno de los temas de la novela-, pero también como el instrumento de otra cosa más.

¿Qué fue lo más difícil para vos al momento de crear el pasaje pos apocalíptico que se describe en el libro?
La novela tiene seis bloques, ese paisaje apocalíptico -por ponerle un nombre- solo abarca los dos primeros, los otros cuatro transcurren en la reconstrucción de un nuevo estado, en esa paz tramposa, en el pos trauma. Abarca alrededor de veinte años en la vida de los personajes. Me interesó coquetear con diversos géneros narrativos: el gore, la novela de aventura, el thriller, el horror. Estoy podrido de las novelas contemplativas y del gesto chato y exhibicionista de la autoficción: quería una novela de acción en la que pasaran cosas y quería también una novela muy local -por eso la alusión a la Nación Camba-. Pude haber trabajado con un país imaginario para esquivar las connotaciones políticas que son lo menos importante, pero me pareció tonto no aprovechar eso que tenía tan a la mano.

En el cuerpo una voz es tu octava publicación ¿Qué marca este libro en tu carrera como escritor?
Sería el sexto, ya que los dos primeros publicados en Bolivia fueron transformados para convertirse en los que en 2011 sacó Periférica en España. Siento que este libro condensa algunas búsquedas que ya se atisbaban en cuentos de Una casa en llamas: el cuerpo como realidad primordial (el principio de todo, de la ética para empezar), la naturalización de la violencia, o también lo opuesto, cómo la violencia -cuando es acontecimiento- revela al cuerpo, lo antepone a todo discurso, restituye su lugar de única certeza. También, a nivel formal, me tomé la libertad de experimentar con el lirismo. Hay un bloque de la novela que bien podrían ser poemas en prosa.

¿Cuáles fueron tus referencias literarias, musicales y fílmicas a la hora de construir este libro?
Dos películas tienen cierta conexión con esta novela: una es Psicosis, de Alfred Hitchcock, y la otra es The Hit, de Stephen Frears. Las escenas de canibalismo que aparecen en los primeros bloques son un guiño a El Entenado, de Juan José Saer. Soy un grandísimo admirador de Saer y no pierdo oportunidad para declararlo el gran estilista de nuestra lengua. Finalmente, creo que la trilogía de Agota Kristof también estuvo ahí, como un tótem que irradiaba luz.
Especialmente el primer libro, El gran cuaderno, el mejor de todos. Algo en el tono, en el distanciamiento emocional, en la condensación de la prosa y en cómo esto se conecta con el manejo de la intensidad y con el ritmo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario