sábado, 21 de enero de 2017

Armando Soriano, entre la pintura y el erotismo en su última novela


"Estoy convertido en un pintoresco longevo afortunado. A estas alturas las vidas suelen ser breves”, dice Armando Soriano Badani al iniciar una entrevista que repasa brevemente una vida dedicada a ser un hombre de letras. El motivo, su más reciente novela Ilusiones Quebradas, publicada a sus 93 años.

En Ilusiones Quebradas, publicada los últimos meses del año pasado, un pintor decide adentrarse hasta la médula de las obras eróticas para tratar de hallar una estética pura.


Sentado en su escritorio y rodeado de una biblioteca que colma el ambiente, habla de su nueva novela mientras recuerda a sus amigos y compañeros de letras de Gesta Bárbara y recita de memoria y a viva voz -uno de los placeres que más disfruta- los poemas de algunos de ellos.

"Lo que pretendo, es traer a colación del lector, que realmente el que tiene el goce de la expectación de una obra de arte no es precisamente el mero buscador de un placer circunstancial sino que es el encuentro genuino del espectador que está viendo una obra de arte y ésta le produce un goce estético, eleva su espíritu”, detalla.

La obra contempla en parte una crítica a los taparrabos puestos en las obras, cortesía del Vaticano, que evitan que la plenitud de las piezas sean admiradas y observadas como fueron concebidas, es decir, desnudas.

El estilo elegante, cuya intención es llevar al lector al goce de las palabras, que ha cultivado durante toda una vida entregada a la literatura y que le ha valido muchos reconocimientos, se mantiene en Ilusiones Quebradas, publicada por Plural Editores.

Su conocimiento como licenciado en filosofía y letras, además de tener amplios estudios de estética e historia de arte, nutre las páginas de la última novela que contempla la crítica del arte y el periodismo cultural, a partir de las apreciaciones del autor, como un punto de referencia para el debate de los personajes.

Así lo explica Soriano mientras muestra algunos libros, que yacen sobre su escritorio, que incluyen decenas de sus análisis sobre pintores contemporáneos bolivianos.

Destino: la literatura

Nació el 2 de septiembre de 1923 en Cochabamba. Sin duda, le ha dedicado su vida a escribir adentrándose no sólo en un género literario. Cuentos, ensayos y poesía forman parte de lo cultivado en una treintena de libros.

Cuando se le consulta ¿con qué género literario se queda?, después de un silencio lleno de expectación responde pausadamente, "con ella... la poesía”.

Ha recibido decenas de reconocimientos de diferentes instituciones por su aporte a la cultura boliviana.

Su primera novela, amatoria como siempre lo ha sido su poesía, se llama Escondida en mis sueños (2004), una obra tardía según Soriano. En ella, según confiesa, se muestra buena parte de las horas vividas durante las tertulias de Gesta Bárbara, experiencias que fueron escondidas en la trama donde no figura en forma explícita la presencia del movimiento cultural.

El último corsario

Soriano es el último corsario del núcleo más importante de la actividad literaria boliviana, Gesta Bárbara. Uno a uno sus compañeros intelectuales de tertulias, de extravagancias, de intrépidas conversaciones que revelaban su espíritu iconoclasta y bohemio, que conformaron la segunda generación de este movimiento, que se inició en 1944, han fallecido.

En 1944, jóvenes que cursaban los últimos años de colegio volvieron a encender la llama que había surgido en 1918 con el escritor Carlos Medinaceli, autor de La Chaskañawi, y Arturo Peralta, cuyo pseudónimo era Gamaliel Churata.

Los jóvenes escritores que integraban Gesta Bárbara se convertirían en los autores que dejaron una profunda huella en la literatura boliviana.

"Era un grupo un poco arbitrario y extravagante, pero que deja nombres en la literatura de manera incontrovertible por las razones de su labor constante y permanente, pero principalmente por su calidad literaria”, recuerda.

La segunda generación de Gesta Bárbara estuvo impulsada por Beatriz Schulze, José Federico Delós, Federico G. Varela, Valentín Abecia, Héctor Burgoa, Santiago Schulze, Óscar González Alfaro, Fausto Aoiz, Alfredo Loaiza y Gustavo Medinaceli, según el acta de fundación firmada en 1944.

"Desde el principio y en adelante tratamos de no ser más de 15 miembros”, recapitula Soriano y añade que la extravagancia fue uno de los rasgos más notorios de la juventud de Gesta Bárbara, un rasgo que supo convertirse en las expresiones más originales.

"En ese trance cometíamos una serie de audaces avances. Si decidíamos representar una pieza de teatro, por ejemplo, y decíamos su texto, no faltaba alguien que se levantaba y empezaba otro que nada tenía que ver con el anterior”, añade.

El destacado periodista y teórico de la comunicación boliviana Luis Ramiro Beltrán escribió sobre la obra de Soriano. Según destaca el Diccionario Cultural Boliviano, "es un ser de refinada espiritualidad y un orfebre de la palabra”.

Ser el último miembro de Gesta Bárbara que queda con vida le provoca a Soriano "una nostalgia gris que lo abruma”, pero siente regocijo al haber sido parte de un grupo de hombres con un brillo tal que pocas veces se ha visto.



Sobre el autor

Estudios Armando Soriano Badani estudió derecho y ciencias políticas. En París, realizó altos estudios sociales. Fue docente universitario, diplomático y director del suplemento literario del periódico Hoy.
Labor Es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua. Ha recibido varios reconocimientos como el Premio de Literatura Pro-Arte, el Premio de Cultura del Club de La Paz y el Premio de Cultura de la Fundación Manuel Vicente Ballivián.

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